Husmeo entre los libros sin desembalar que me siguen hace decenios y exhumo una joya. TROTERAS Y DANZADERAS, comprada en 1962, en Bilbao, a mis trece años. Faltaban tres para que abandonara la casa de mis padres. ¿Por qué me atraía a esa edad la bohemia literaria madrileña? Pocos años después iniciaría mi vagabundeo. Fui pobre, fotógrafo, periodista y acabé siendo escritor. Como ellos.
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