...Los hubo valientes, honrados, leales y dignos. También rufianes, aventureros, asesinos y locos...

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lunes, 19 de julio de 2010

Ana Rodríguez, la santa de José Bono, viendo el lío se pega el abierto

Dios mío, ¡qué horror! El presidente del Congreso, la tercera autoridad socialista del Estado, católico hasta las trancas y de los del HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE y el NO ROBARÁS, acusado por la prensa de excelsos trinques, se separa de su santa esposa.

También es casualidad que sea precisanmente ahora, cuando las investigaciones periodísticas de La Gaceta, están desvelando un patrimonio dificilmente explicable para un político comme il faut, es decir, honrado.

Dª Ana Rodriguez, ¿es la rata que abandona el barco? ¿Se larga cuando aún cree estar a salvo? ¿Es una esposa aterrada por tan rarito enriquecimiento? ¿Cojean en Almenara los caballos de Bonito, el jinete Bono junior? Ustedes dirán. Y la Fiscalía, si despierta.

6 comentarios:

Nazaríes dijo...

¿¿¿Que Bono se?¿ se ha separadoooooo????

¡¡¡OHHH DIOS MIOOOOOOO!!!!!!!!

lola dijo...

Vaya día que llevo con las noticias del cuore, entre ésta que da Ud. y la de la nietísima que dicen va a salir en un programa poniéndose en contacto con su difunto hijo ya no se qué pensar.Lo de Bono es fuerte pero lo otro ya me dirá, esa señora, tengo que llamarla de alguna manera, ha perdido el norte.

Monsieur de Sans-Foy dijo...

No juzguemos con encono
estos disgustos ajenos,
que, bien puede decir Bono:
“Las penas, con pan, son menos.

Si mi mujer se separa,
me quedo con La Almenara”.

García Francés dijo...

Así es, Dª Nazaríes, se separan porque el patrimonio tiene razones que el corazón no entiende.

Es así de triste, Doñita, comprendo su dolorosa perplejidad. No sufra. Siempre se podrán comer los caballos.

Un abrazo, amiga mía.

García Francés dijo...

Lo de la nietísima aún es más FRIKI, Dª Lola, tienes usted razón. La señora se está superando en excentricismo, a este paso, superará a la misma Duquesa de Alba.

Un abrazo grandísimo, Doña.

García Francés dijo...

No juzgo, Monsieur, con encoño

las penas de los demás

me duele que un matrimoño

se rompa por chachachás.

Si a repartir tocan ahora

huye trincando la abrigadora.

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