jueves, 7 de abril de 2016
El velero
Llevo tres meses atracado y añoro el gran Océano, la mar. Ayer hablé con dos amigos y pronto navegaré de nuevo. Necesito aire salado y aunque la mar es incierta y poco compasiva también es la puerta que abre paso al sueño de libertad. Dejar atrás el acogedor puerto escuchando el repique de las drizas, barloventear surfeando olas egoístas y, en minutos, llenarse de contento el corazón. Todo uno. Dijo Pompeyo y rimó Pessoa, “navegar es preciso. Vivir no.”
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