Dicho esto, debido a la ordinariez supina del Sr. Chávez y de su gorila en la zona, el señor Ortega, el Gobierno hubiera debido preservar la figura del Rey de España, de este aquelarre del cachondeo bolivariano.
Para volver a "juntar meriendas", el dictador venezolano, hubiera debido pasar primero la prueba del algodón del Gobierno. Una recepción en La Moncloa, preparatoria de un posterior y cordial encuentro público entre el Rey y el señor Chávez en una próxima cumbre internacional.
Y, hasta ver si todo iba bien , proteger la imagen real ya que, en tiempo de crisis, es nuestro único activo político de cara al exterior.
Porque el dictador venezolano, muy necesitado de avales democráticos, nos ha alargado la mano sonriente mientras delega en Ortega, el nicaragüense, la misión de patearnos las pelotas. Ahora los insultos vendrán de allí. Porque Ortega está tan necesitado de petróleo para seguir engordando su cuenta corriente, como nosotros lo precisamos para salir de la crisis.
Venezuela es el vecino hostil de Colombia y, también, el nuestro. Hace pocos meses quería arrastrar a los dos paises, España y Colombia, a una estúpida guerra. No lo olviden. Él, el señor presidente Chávez, no ha olvidado el mal trago que le hizo pasar el Rey. Y nos lo recordará en su momento.
Pero, sobre todo, ¿no hubiese sido más inteligente restablecer la normalidad política con Estados Unidos y recibir a Obama primero?
El candidato demócrata ha viajado a Paris, Londres, Berlin. A España, no. Aquí no viene el que puede ser futuro presidente de Norteamérica. ¿Porqué? ¿No es urgente arreglar los desplantes de Zapatero a los Estados Unidos? A su bandera, a los aliados internacionales traicionados por la fuga de nuestras tropas...
Y si al presidente Chávez no le agradaba, coincidir, pues, al carajo.
Pero, todo sea por los cien mil barriles de petróleo diarios.
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