Mi sexo es la víctima de tus dedos y los míos

Encuentros Eróticos de Otoño
Por NAZARÍES
Sierra Nevada
Recuerdo cuando le enseñé a esquiar y, desde entonces, en secreto y en silencio pienso en él cada día. Físicamente está lejos de mí, no puedo tocarle ni abrazarle, no puedo besarle pero lo siento igual, en mi imaginación, en mis sueños aparece su imagen y escucho su voz extranjera cadenciosa y varonil. Le deseo, quisiera entregarme a él ahora mismo, con locura y con equilibrio, con la rabia de mis años, con la paz de las montañas. Con mis entrañas. Pero no puedo. Está prohibido.

Por eso lo deseo imaginando que sus manos son las mías. Entonces el me guía, me conduce y yo le escucho tumbada en mi cama. Así, empiezo el recorrido, el camino que él trazaría sobre mí. Acaricio mi pelo y mis dedos se enredan en el rizo de mi larga melena. Siento el vapor de su boca besando mi nuca, me abrasa el calor de sus labios buscando los míos, quiero entrelazar mi lengua con la suya hasta fundirlas...

Pero sus manos ya bajan buscando mis pechos, nota la dureza de mis pezones y ahora su caricia es delicada. Mi cuerpo tiembla, mi piel suda refrescando su paladar ardiente mientras sigo imaginando sus dulces y vehementes palabras. Ahogo mi respiración en largos suspiros, abro mis piernas para que él siga guiándome y mis manos continúen siendo las suyas...

Noto la humedad de mi sexo, imagino sus labios empapados en él alimentándose de mis jugos y mi respiración se acelera, jadeo. Muero por él, siento su penetración suave, lenta, aprecio su dureza, mis caderas se abren más y más, muerdo mis labios y mis manos siguen afanándose mientras él me susurra. Cada vez estoy mas excitada, más estremecida, el placer me desborda mientras ahora imagino su pecho pegado a mi espalda...

Esperando su amorosa embestida abro mis nalgas lo más que puedo. Y, súbitamente, me inunda un torrente de calor intenso y mi respiración jadeante se transforma en un grito de placer ahogado. Muero por él....

Quizá es real o es un sueño, lo confundo ... Si sé que iré cuando me llame, con los ojos cerrados, sin temor al dolor, donde la imaginación me lleve, donde la imaginación nos conduzca a los dos. En secreto.