domingo, 12 de junio de 2011
¿Hoguera inquisitorial o trituradora institucional?
Se inundó mi casa y tuve que desmantelarla. Arreglada la avería, los muebles volvieron a su lugar. Salvo algunos cuadros y los libros que atestaban una librería. Asemeja pereza. O quizás, degenero hacia un síndrome de Diógenes y guardo basura por avaricia de bibliófilo. Lo malo es que sea una oculta necesidad de regeneración. Una autolimpieza cultural.
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10 comentarios:
A veces, para que entre algo nuevo en tu vida, necesitas hacer un poco de limpieza.
Estoy deacuerdo con Don Rampy, a veces hay que desenpolvar para dar un aire fresco al ambiente enrarecido...
Hay que tener cosas nuevas en la vida que por desgracia pasa tan deprisa...
Así que recicle y compre otros!!!
Un abrazo
Don Alfredo,
Tengo la ligera sensación de que es Vd. un poco gafe.
Si se inunda la casa, los libros tienen que estar a salvo, colocados en la parte superior de las estanterías. Espero que El Patrimonio Cultural de nuestra España no se sienta resentido por ese desastre que le ha pasado a Vd..
Ahora, en serio, le deseo que recupere Vd. todos los objetos valiosos de su casa, que deben ser multitud.
Si tiene algún pergamino o códice en Latín, aunque esté deteriorado, ya sabe a quién le puede interesar, eso sí, gratis et amore.
Un abrazo en este Valle de lágrimas que, me imagino, debe ser su casa ahora.
Antonio
No lo dude, sr García Francés: es vicio de viejo bibliófilo verde. Ahora que no tanto como la Cameron Díaz. ¿La oíste?
Saludos blogueros
La biblioteca, como cualquier otra colección de afectos, es un universo emocional de dimensiones tan individualmente personales que no me atrevería a aconsejarle. Personalmente, le confieso que algunos libros me han dado más de lo que en apariencia encierran –a veces incluso sin haber sido leídos- y en la subconsciente historia de lealtades en la que se sustentan algunos argumentos para la biografía de la propia autoestima uno, yo, no podría rescindir de su olor, tacto y temperatura sin sentir la traición imperdonable a la esencia de mí mismo.
Llámeme fetichista si lo desea, pero antes que prescindir de alguno, le haría un hueco en mi almohada.
Mi afecto.
Dª Rampy, siempre me alegra verle. Exacto, los libros, en muchos casos, se hacen tan viejos como los calzoncillos que, hay que tirarlos, antes de que ceda la goma.
Un abrazo, amigo.
Bueno, Doñita, no siempre es necesaria tanta novedad. Por ejemplo, charlar, es tan viejo como el hilo negro y, sin embargo, mola. Con los libros, pasa un poco lo mismo, los clásicos defraudan menos.
Un abrazo, querida.
No tema, D. Antonio, el patrimonio de España no se ha resentido ni mis libros tampoco.
Yo seré gafe, maestro, pero usted es raro, raro, raro.... Jamás he visto tener la biblioteca vacía de la mitad hacia abajo.
¿En los estantes inferiores que guarda usted, las gafas de bucear, las aletas, los trajes de baño, la pelota de Nivea, la caña de pescar, el flotador...? ¿Todo lo susceptibe de ser usado en el agua...?
Yo no. Lleno las estanterías de arriba a abajo con libros. Y tiene usted razón, como en todas las casas hay objetos que para sus dueños son de valor incalculable aunque no valgan un duro. .
Si encuentro algo de lo que le interesa no dude que se lo envío. Y, no se preocupe, ya está arreglada la avería. Sólo queda colocar algunas cositas. Un abrazo, querido amigo.
No sé a que se rfiere, D. José Antonio. La comecamarones me gusta pero oírla, ¿dónde?
Abrazos, querido.
Efectivamente, D. FJavier, cada unos se enfrenta a su biblioteca con el respeto y la ternura con que trata a sus amores. Por lo tanto, como la inversión en Bolsa, es personal e intransferible.
Me temo, querido, que soy menos leal y más frívolo que usted, y, cuando me decepciona un libro o un afecto, lo tiro sin rencor pero sin piedad.
Se lo llamo si lo desea. ¡¡¡ Fetichista...!!! Pero es un halago, no un insulto. Un abrazo, amigo mío.
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