sábado, 11 de junio de 2011
La Virgen del Rocío, la Blanca Paloma
Hace años peregriné a caballo para ver a Nuestra Señora. En EL CAMINO se me apareció el Maligno como una joven de ojos de gacela, pelo negro recogido con peinetas y cutis de nácar. Imposible no pecar. Y, de pronto, el castigo divino. La gitana escondía cuarto y mitad de rabo entre las piernas. Me retraje. ÉL me animó colocándose hacia Pamplona. Me la envainé abochornado. ¿Les ha pasado?
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4 comentarios:
Usted siempre que vea una peineta tenga cuidaito que debajo está el moño o en éste caso el monñongo!!
Yo no ehhh?? yo tengo una peineta muuuuuuuu bonica y no le digo ná der moño!!!
No se preocupe, Dª Nazaríes, ya tengo mucho cuidadito y desde entonces me fijo más. Pero, la verdad es que me reí con esta historia que creo que usted ya conocía, ¿verdad?
Y, desde luego, no me cabe duda, usted todo lo tiene muy bonito, SEGURO QUE SÍ...!!!!!!!!!! Abrazos, Doñita.
¡Juas!,
Espectacular microrelato Don Alfredo, aunque la historia sea suya. Ha medido maravillosamente las palabras, el ritmo, el paisaje y el perfil de los protagonistas.
Volver a su casa me ha evocado precisamente esa tierra salvaje del Rocío, arremolinándose en charcos de vino y pelo de "caballo" entre las pantorrillas.
En el camino a mi Chiquitita Virgen siempre hay un personaje emocionalmente disparatado y auténtico, hilarante, irónico y fraternamente hormonado. Y sí además en la historia incluímos una peineta la salvación espirirual está asegurada.
Don Alfredo,
Vd., en su ímpetu por probarlo todo, se mete en cada lío que es casi imposible salir indemne.
¡Váyase Vd. con más cuidado por todas partes, porque no todo lo que reluce es oro.
Le envío un abrazo,
Antonio
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