...Los hubo valientes, honrados, leales y dignos. También rufianes, aventureros, asesinos y locos...

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viernes, 15 de julio de 2011

La cagada de la vaca



De niño trillaba con María, la Pulga. Ella dirigía el trillo arrastrado por dos vacas cagonas. Paraban, una arqueaba el rabo y procedía yo. Interponía una pala entre el culo y la paja. A veces, el peso de bosta y pala vencía mis manos y la mierda manchaba el trigo. Aquello me recuerda España. Partidos que cagan sobre el pan sin que nuestra debilidad pueda impedirlo.

4 comentarios:

José Antonio del Pozo dijo...

Yo también trillé de niño en la era. Me impresionaban por las calles el estruendo del ¡chof, chof! de las plastas vacunas como tartas malolientes, que había que sortear como un campo de minas, mientras se iban las vacas a la dehesa. Sí, así hay días que parece eso España.
Saludos blogueros

Sostrato de Cnido dijo...

Sobrevalora usted de una manera injusta para las vacas a los partidos políticos.

las vacas cagan sobre una parte del trigo, pero al menos tiraban del trillo hacia delante, con determinación y constancia.

Este termino de trabajar, de hacer la labor encomendada, de bajar la cabeza e ir a la par en la dirección necesaria, es el que pone a las vacas muchos escalones por encima de los partidos políticos, de sus miembros, por supuesto de sus dirigentes.

Un abrazo

Javier dijo...

No sé en el pueblo de don Cesar pero en el mío cogíamos la bosta de vaca una vez seca y la utilizábamos para asar cachelos haciendo un agujero en la tierra. Estaban buenísimos.

Un abrazo.

FJavier dijo...

La anécdota bien merece la entrada, señor García Francés, y la comparación, tratándose de heces, es oportuna sin duda. Pero para los que somos de ciudad y entendemos poco de esos asuntos campestres lo más escatológico que se nos puede ocurrir, que se me ocurre, de semejante guisa es una diarrea galopante con sus retortijones, sus explosiones líquidas, su deshidratación y, a poco que persista -que persiste-, su defunción maloliente.

Me aparto pues -es un decir- en la medida de lo posible, que tanto si es de vaca como de humano la cosa resulta apestosa. Y contagiosa.

Abrazos.

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