...Los hubo valientes, honrados, leales y dignos. También rufianes, aventureros, asesinos y locos...

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jueves, 27 de octubre de 2011

La duquesa de Alba cicatriza




Dª Cayetana, 85 años, haciendo uso del sagrado sacramento del matrimonio ha sufrido, presuntamente, heridas de consideración en sus partes pudendas. El “duqués” Alfonsito Díez, semental desbocado, debiera controlar su vigor para no lesionar tan gravemente el Patrimonio Nacional. Menos penetración y más juego erótico, se me ocurre, Duquesa. ¡Quién fuera él!

4 comentarios:

César dijo...

A ver si va a resultar que tenía la lengua rasposa de la fiebre!!

Por dios, no cuelgue usted este comentario, es soez..!

García Francés dijo...

No he podido evitarlo, D. César, ha sido un impulso irrefrenable, amigo.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Como siempre, Don Alfredo, los Clásicos se nos adelantan en todo. Vista la incidencia que Vd. nos cuenta de La Duquesa, he rastreado entre los míos, y he encontrado que ya en el siglo IV aC. se dieron casos de igual, o superior calidad. Aquí tenemos un fragmento de lo que yo mismo publiqué hace ya algo más de un año. Si alguien tiene interés en empaparse de más detalles, lo puede hacer recurriendo al texto publicado, en su integridad, quedando bien claro que yo no hago esto para hacerme propaganda, porque no la necesito, ni la deseo, ya que, al no tener abuela, yo mismo ejerzo de mi propia abuela.

Don Alfredo, por correo aparte le envío el texto íntegro, en formato HTML, por si considera oportuno publicarlo en la sección LATINES.

Le envío un abrazo.

Antonio

Cuando se encuentran juntos / en la soledad de la noche oscura, / y Venus en persona los llena de frenesí, / se aprestan a nuevos combates. / Se alza él erecto; / y, a pesar de todos los esfuerzos inútiles de ella, / se abalanza sobre su boca y su rostro, / y, pierna contra pierna, ardiente de pasión, la acosa, / tratando de alcanzar implacable partes más ocultas: / un vergajo que la ropa ocultaba, / rojo como las sanguinolientas bayas del yezgo y el minio, / con la cabeza descubierta / y los pies entrelazados, / monstruo horrible, deforme, gigantesco y sin ojos, / saca él de entre sus piernas, y, ciego de pasión, se abalanza sobre la temblorosa esposa. /
(101-109)


En un lugar apartado, / al que conduce un estrecho sendero, hay una hendidura inflamada y palpìtante; / de una oscuridad despide un hedor mefítico. / A ningún ser casto le es permitido franquear este umbral de infamia. / Aquí se abre una caverna horrenda: / tales eran las emanaciones que salían de sus tenebrosas fauces, / que ofendían el olfato. /
(110-114)


Aquí se encamina el joven por una ruta que conoce bien, / y, tendiéndose sobre la esposa, / blande con el impulso de todas sus fuerzas una tosca lanza llena de arrugas y áspera de corteza. / Híncase la lanza y en el hondo bebió la sangre virginal. /
(115-118)


La cóncava caverna resonó y dio un gemido. / Ella, sintiéndose morir, arranca el dardo con las manos, pero, entre los huesos, / la punta por la herida / ha penetrado profundamente en la carne viva. / Por tres veces ella, incorporándose y apoyándose sobre el codo, se levantó, tres veces volvió a caer desplomada sobre el lecho. / Él permanece impasible. /
(119-124)


No hay pausa ni descanso: / asido y fijo a su timón, / en ningún momento lo soltaba y mantenía los ojos clavados en las estrellas. / Recorre ida y vuelta el camino una y otra vez / y, sacudiendo el vientre, / traspasa sus costados / y los pulsa con plectro ebúrneo. /
(125-127)


Ya están casi al final de su carrera y, agotados, se acercaban a la meta: / entonces una agitada respiración sacude sus miembros y seca sus bocas; ríos de sudor corren por todo su cuerpo. / Él se desploma exánime, / mientras de su miembro el semen gotea.
(129-131)


(Ausonio, Centón Nupcial, 101-131)

Traducción, con algunos cambios de puntuación, de Enrique Montero Cartelle, en BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, Núm.41, Editorial GREDOS, Madrid 1981.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Me corrijo a mí mismo. Donde dije
el siglo IV aC.
debí decir
el siglo IV después de Cristo.

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