
En Occidente nos gustaba
Asma Al Assad porque no usa velo y viste como Carla Bruni. Vogue la llamó la
“Rosa del desierto”, antes de proclamarla defensora de los Derechos Humanos. Hoy para nuestra vergüenza, Dª Asma pisa con sus Louboutin la sangre vertida por el
tirano sirio. Ni a China ni a Rusia les asquea
Homs. Los árabes callan. Y,
¿nosotros?Para Dª Piedad Pazó Espinosa. Le envío un abrazo, amiga.
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