
Mis
lectores me conocen. Si se descuidan salta la liebre. La otra noche un buen amigo me exigió
más sexo en el próximo libro. En Balas de Carmín follaban tanto que había que leerla con
chubasquero. Salpicaba. La Noche de los Gitanos tiene sexo, aunque no es un alegre folleteo, es
doliente. Pero, en la que perpetro ahora,
empujar es arriesgar la vida.
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