Fui algo
juancarlista. Pero su Majestad, después de
mentirnos hasta la saciedad y pedir
perdón con carita compungida, me ha
jodido la paciencia. Me siento
pagafantas. Su amiga entrañable es
trincona y Él, presuntamente, su
socio. Mientras, aquí
todos siguen haciendo caja
desaforadamente. Que no
abdique, que se
abrase en el oprobio. Pero,
sin quemar a D. Felipe. Si
eso es posible.
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