Vengo a Madrid y paseo por un parque antes lleno de niños, de viejos, de perroflautas y de parejitas de críos haciéndose pajas bajo los pinos. Este finde lo he recorrido. No hay un alma. Dicen que los viejos se vuelven al pueblo para ahorrar, los dueños abandonan a sus perros, los niños no salen porque no hay para tatas y los chavales no tienen para birras. Pero, besos y toqueteos son gratis, ¿no?
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