Hace días protesté porque piratas de Internet regalaban mis novelas para aumentar su tráfico mural y captar publicidad. Me cabreó. Yo robé novelas en la Librería Española, Rue du Seine, en Paris. Y lamento los disgustos que pude causarle a D. Antonio Soriano. En mi descargo alego que entonces comía muy poco, un día sí y dos no, y no las revendía. Robaba para engañar la hambruna. La de saber y la otra.
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Sí, lo confieso. No tenía trabajo, vivía el Mayo del 68 donde todo estaba permitido y robaba para leer, no para vender. Años después volví a la Librería Española y me gasté un pastizal para compensar a D. Antonio. Y de paso para lavar mi sucia conciencia.¿Ustedes, mureros, también han robado cositas?
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