De nuevo al conjuro de D. Lucas, mi hidalgo segundón, asomó la gran sorpresa. Se acercó una lectora con una foto. “Soy tu novia de ocho años, Alfredo”, dijo. Me emocioné y nos abrazamos fuerte. Perdona si te toqué el culo, bromeé. “Olvídalo, guapo, me llevabas a lo oscuro para morrearme pero yo te sacudía con la Wamba”, respondió riendo. Begoña Díez Irisarri, vino con su hijo, y me alegró la vida.
domingo, 27 de julio de 2014
Amigos de la infancia
De nuevo al conjuro de D. Lucas, mi hidalgo segundón, asomó la gran sorpresa. Se acercó una lectora con una foto. “Soy tu novia de ocho años, Alfredo”, dijo. Me emocioné y nos abrazamos fuerte. Perdona si te toqué el culo, bromeé. “Olvídalo, guapo, me llevabas a lo oscuro para morrearme pero yo te sacudía con la Wamba”, respondió riendo. Begoña Díez Irisarri, vino con su hijo, y me alegró la vida.
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