Los árboles son cómplices naturales del sexo. Sus hojas regalan la rumorosa musicalidad favorable para empujar, cobijan bajo su sombra a los lujuriosos y les prestan la fuerza de sus troncos para penetrarse. ¿Con qué estúpida excusa puede un necio amante herir a un árbol? Malditos grabadores de corazones, de fechas y nombres, a punta de lacerante navaja cabritera. Yo os maldigo, destroza cortezas.
miércoles, 10 de diciembre de 2014
Amor, árboles y cicatrices
Los árboles son cómplices naturales del sexo. Sus hojas regalan la rumorosa musicalidad favorable para empujar, cobijan bajo su sombra a los lujuriosos y les prestan la fuerza de sus troncos para penetrarse. ¿Con qué estúpida excusa puede un necio amante herir a un árbol? Malditos grabadores de corazones, de fechas y nombres, a punta de lacerante navaja cabritera. Yo os maldigo, destroza cortezas.
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