martes, 19 de enero de 2016
Hoy hace un frío como para destetar hijos de puta. Cambio de manta y de sofá para hacer ejercicio y recuerdo cuando me sentí taoísta y quise aprender sumi-e. A mi lado vivía una chica que recibía caballeros y, además, daba clases de pintura japonesa. Llamé a su puerta. Pero ella no regalaba lo que deseaban los señores y cobraba por ambas prácticas. Pintar me serenaba y pagué un mes. Pinté cañas de bambú. Lo otro me lo regaló una heladora tarde parisina.
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