En el mes de Diciembre dejé mi larga relación con El País. Unos treinta años. ¿Cuántos matrimonios conocen ustedes que hayan durado tanto?
Después de una larga enfermedad, de la reincorporación de convalecencia y otra baja, llegó la oferta que no pude rechazar. Me ofrecieron anticipar mi jubilación o no hacer caso de la propuesta y seguir tan amigos.
Acepté después de hablar con mi mujer, y con mis médicos, el Dr. Acosta y el Dr. Ceverino. Parece que soy demasiado carroza y muy abollado para mi antigua casa. Seguramente tienen razón. Tengo 59 años y un viejo Premio Nacional de Periodismo ya amortizado.
El otro día me dijeron que había llegado la hora. Los sesentones a la puta calle. Se rumorea que hay una larga cola esperando para abandonar Miguel Yuste. Unos más contentos que otros. Para unos han llegado, ¡los lunes al... golf! Para otras, la consigna era, ¡sólo me sacarán con los pies por delante!
Hoy lunes, debo acudir a sellar mi tarjeta del paro. Es la segunda vez desde Diciembre y, aunque estoy feliz y mi salud mejora cada día, no lo puedo evitar, cada vez que voy al Inem me invade la melancolía. Nunca en mi vida estuve parado.
lunes, 23 de junio de 2008
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1 comentario:
Con todas las personas con las que me ha tocado convivir en este periódico(me refiero a tí G.. Francés) me dejan recuerdos de todo tipo, pero sobre todo, el enriquecimiento humano que conlleva el aprender de lo mejor de cada una de ellas y tú lo has superado.
Una colega del andamio
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