...Los hubo valientes, honrados, leales y dignos. También rufianes, aventureros, asesinos y locos...

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jueves, 3 de julio de 2008

La operación militar fue perfecta. ¡Viva Colombia!

Esta mañana soy doblemente feliz. Los han liberado sin pegar un tiro. ¡Qué regalo, Dios mío!

Anoche me enteré por la remera Catalina de la liberación de Ingrid Betancourt llevada a cabo por el ejército colombiano (liberada después de más de seis años de tortura), de los tres estadounidenses (cinco años de sufrimiento) y de un grupo de once militares secuestrados en la selva por los narcoterroristas. Cuando sepamos los años de angustia vividos por cada uno de estos soldados y policías nos estremeceremos.
Mejor imposible. Enseguida llamaron mis amigos de Bogotá, Cartagena y Medellín para compartirlo y felicitarnos por el rescate. También llamaron desde Madrid. ¡Qué buenos tragos hubiéramos echado para festejarlo! Los tomaremos pronto, paisanos.

Felicidades para las familias que han recuperado a sus seres queridos, enhorabuena al Gobierno del Sr. Uribe, al Ejército y los Servicios de Inteligencia colombianos por el éxito del operativo y, también, a los colombianos que hoy han reforzado su libertad, y la nuestra, secuestrada por las Farc. Un día, Lorena Aguirre, Manos de Seda, la mejor manicurista colombiana de Madrid, me dijo: Alfredo, véngase para Colombia que allí vamos a quererle todos. Así comenzó una aventura que acabó convirtiéndome en ciudadano hispano-colombiano. Aquella mañana mi juramento en el palacio de San Carlos de Bogotá se tiñó de sangre. Justo a esa hora las Farc asesinaban a once diputados secuestrados, al creerse sus captores atacados por el Ejército colombiano.

El gobierno se reunió de urgencia. Mi mujer y nuestros amigos colombianos pensamos que por el luto se suspendería la ceremonia, hasta que el vicecanciller Camilo Reyes dijo, seguimos, hay que seguir. Él me tomó juramento y los discursos estuvieron cargados del dolor por los diputados exterminados y sus familias.

Ayer, por la mañana, Dª Candelaria Palacio, cónsul en Madrid, la consulesa más simpática junto a Dª María Smith Rueda, su homóloga en Bilbao, me entregó un flamante pasaporte que me acredita como ciudadano colombiano. ¿Cómo imaginar un mejor final para el día de ayer?

Los secuestrados libres y mi nuevo pasaporte en el bolsillo. Hoy tengo dos patrias, Colombia y España. ¡Qué orgullo! ¿Quién da más?

Ahora, ¡no más llantos, mamita!
Que los liberados sean felices y recuperen la alegría y la salud que les han robado los narcoterroristas. Y mi cálido abrazo para todos los que siguen viviendo ese sangriento Holocausto en las selvas de Colombia. Dios los cuide.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Alfredo, me alegro por por todos los colombianos de bien. Esperemos que siga la buena racha y esa cuadrilla de asesinos sea derrotada, y enviada definitivamente al basurero de la Historia.

ostra dijo...

Me alegro mucho, Don Alfredo.

Un abrazo muy fuerte.

novatosinfin dijo...

D. Alfredo:
Felicidades múltiples, por tan múltiples razones.

En cuanto a los tomates, me daré una vuelta por Mazarrón, a ver como va el tema, que hace años que las tomateras se convierten en adosados.
Saludos cordiales.

García Francés dijo...

Gracias por venir a verme a mi casa que es la suya, amigos.
Aquí me tendránn siempre a su servicio.

Anónimo dijo...

D. Alfredo, me alegro mucho de haber adelantado su felicidad unos minutos.
Que lo celebre usted bien.
Un abrazo.

García Francés dijo...

Eres un sol, Catalina. Me hiciste salta de la silla con tu flash y se me desbocó el corazón. Gracias por intuir que alegrarías la noche de mucha gente.

Anónimo dijo...

Catalina, me ganaste por unos segundos al dar la noticia. Estaba leyendo el blog, cuando mi mujer me contó que habían dicho en la tele que los habían liberado.
Lo busqué en internet para anunciarlo, pero ya lo habías puesto en el blog.

Es un simple comentario y da lo mismo quien lo haya puesto primero, lo principal es que ha ocurrido, y que esto sea el principio del fin, de esa horrible pesadilla para tantas personas, que sufren cautiverio a manos de esos criminales.

Anónimo dijo...

¡Huy, casi nos chocamos amigo FEROZ!
Rectifico pues:

Don Alfredo, me alegro mucho de haber adelantado su felicidad unos segundos.

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