...Los hubo valientes, honrados, leales y dignos. También rufianes, aventureros, asesinos y locos...

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martes, 7 de abril de 2009

La jodida bohemia de Mayo del 68 – Cuarta entrega

Publicado en la revista literaria SINALEFA de New York.

El cuarto amigo de la cuadrilla parisina, era Paolo, un brasileño exiliado, ex guerrillero comunista, alto, fuerte y guapo que se acostaba con decenas de preciosas francesitas seducidas por su melodrama cheguevarista. Paolo pronto encontró una novia de su país y, con la amnistía bajo el brazo, se volvió a Brasil. Pero, mientras estuvo con nosotros, el cuarteto fue de traca. Con esas compañías, así resulté yo de fresco.

Despacito comenzamos a mejorar de estatus como emigrantes, el escritor peruano fue promocionado en su Universidad, mi hermano comenzó a trabajar para INTERPOL y yo, poco a poco, encontré trabajitos haciendo composits y books para aspirantes a modelos con lo que, además de ligar, ya no me moría de hambre.

Al mismo tiempo, mi hermano era novio de una Lacoste, de la familia de los fabricantes de ropa de sport. Los del cocodrilo. Ni que decir tiene que ella también confundía nuestra pobreza con bohemia y se divertía muchísimo siendo pobre con nosotros.

Nos regalaba cosas, pero nunca un kilo de lentejas, un trozo de solomillo o un saco de patatas. Era muy rica y no imaginaba que nosotros no comiéramos o lo hiciéramos de tarde en tarde. Así, venía a visitarnos cargada de botellas de los más caros chateaux de Burdeos y del inigualable Petrus Pomerol, sin advertir que, con el precio de una de aquellas botellas, nosotros nos hubiéramos dado un festín.


Por supuesto, cuando salían las nuevas colecciones de polos, nos traía un polo en cada color de toda la gama. Imagínense, éramos los pobres mejor vestidos y mejor bebidos de Paris pero, al mismo tiempo, los más hambrientos.

Después, me hice novio de una chica de Pamplona, a la que falto de dinero incluso para el Metro hice caminar por Paris hasta la extenuación. Así, conocí la ciudad. Andando. Y sin comer, porque cuando la pobre me sugería ir a cenar algo, y de paso descansar un rato, yo, avergonzado de ser tan pobre, le decía, ¡déjate de cenas, cariño, lo mejor es disfrutar paseando de esta maravillosa ciudad!

Ella, enamorada, insistía tímidamente. Bueno, pues, ¡aunque sea vamos al cine o nos sentamos a tomar un café! Imposible. No quería confesarle mi pobreza y que, de valor en los bolsillos, sólo tenía un ticket de Metro para volver a casa.


Un día no aguantó más y dijo, pues, ¡sí tú no quieres cenar, yo sí y, ahora mismo, voy a comerme un filete con patatas! Imagínenselo. Yo afirmando que no quería tomar nada, que venía cenado de casa, mientras, miraba como ella engullía aquella carne roja, sangrante, llena de proteínas y con un enorme montón de patatas fritas doradas y crujientes.

Salivaba como el perro de Paulov porque aquella noche llevaba tres sin probar bocado. Cosas de la hidalguía y de la juventud.

Cuando encontré un trabajo estable mi novia y yo fuimos a vivir al Medicis, un hotel de estudiantes en el 214, rue Saint Jacques, frente al Liceo Luis le Grand y la facultad de Derecho de la Sorbona, en el distrito 5º del Barrio Latino.

Por cierto que durante los encierros estudiantiles del mes de Mayo del 68, me recluí en el Liceo con ellos y durante los días que permanecimos cercados por la policía, me tropecé por los claustros con los aterrados fantasmas de los 3000 presos que, durante el período del Terror de la Revolución Francesa, esperaron allí para ser guillotinados.

También me crucé en sus aulas con los cultos espíritus de sus ex alumnos Voltaire, Moliere, Diderot, Victor Hugo, Baudelaire, Robespierre.

Continuará mañana

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Todos los altos, fuertes y guapos (comunistas o no) , se acuestan con francesitas.....qué lástima....

La parte del encierro en el Liceo me llama muchísimo la atención.

D.García Francés, le voy a confesar que a mi los hombres, cuando se visten de Lacoste, pierden todo su encanto.

Por cierto...¿ha pagado usted la correspondiente bula, para poder ingerir carne estos días?....Vaya, qué buen tema para un post......

García Francés dijo...

Dª Menda, en aquel año 1968, en Francia triunfaban mucho los revolucionarios hispanoamericanos con look guevarista.

Elegí el Liceo Louis Le Grand, con miles de estudiantes, porque era enfocar el Mayo desde otro punto de vista ya que en el Odeón, la Sorboba, etc, había cientos de fotógrafos. Fue muy acertada la eleción, estaba a 50 metros de mi casa y ligué mucho.

Los polos de Lacoste eran un regalo no una elección y, además, no teníamos dinero para comprar otra cosa.

Doñita, no fui yo el que comí carne y además no era Semana Santa y, sobre todo, con el hambre que pasaba, ni abstinecia ni puñetas.´

Abrazos, amiga mía.

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