...Los hubo valientes, honrados, leales y dignos. También rufianes, aventureros, asesinos y locos...

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lunes, 18 de octubre de 2010

LIBERTAD Y DISPOSICIÓN LAÓTICA

ELDEBATE por D. J. M. Aguilar

La extraña y misteriosa condición humana dota a los hombres con diferentes cualidades o propensiones, y entre ellas la valentía y el heroísmo no son las más extendidas. Sin embargo, tal como ha señalado Antonio García-Trevijano, existe una parte del pueblo, una minoría o «tercio» del mismo, que posee una cualidad potencial o real –una disposición laótica–, que lo moviliza en grupo constituyente de la libertad política y de la democracia; hay un grupo de mayor o menor tamaño, más o menos identificable, dispuesto a «cristalizar» y a arriesgar su vida en defensa de la libertad.

La misión principal de este grupo, donde radica esta fuerza propulsora o constituyente de la libertad política y de la democracia, consiste en despertar y movilizar a la sociedad civil para alcanzar este objetivo. Podríamos, pues, conceptuar a estos individuos de inclinación laótica como los «guardianes» de la libertad, los «emisarios» de la democracia.

Pues bien, en esta España de la oligarquía de los partidos en el Estado, en esa España de la corrupción económica y política, en la España de la ruina del Estado y de la sociedad civil, suena la hora del ciudadano laótico y del «tercio» laocrático. Repica la hora de la libertad.

34 comentarios:

García Francés dijo...

Demasiado tarde para meterse en harina, D. José María.

Mañana será otro día y se habrá pasado el efecto adormecedor del agua de fuego del hombre blanco.

Le deseo mucho éxito a su entrada, amigo mío.

Ángeles Hernández dijo...

Yo creo que a estas alturas, unos pocos laóticos no arrastrarían gran cosa.
¿Qué tal si conseguimos laotizar al 80 % de la población?, porque si no....

De todas formas, por intentarlo , que no quede.

aspirante dijo...

Tengo la pesimista impresión que la mayoría de la población está más por el dolce far niente y dejarse llevar.
Me gustaría equivocarme.

José María Aguilar dijo...

Querida Doña Ángeles:

Esa minoría laótica de la que hablo, en el masificado mundo actual -sociedad de masas + consumo masivo- es por fuerza reducida, pero eso no es lo más importante.

Lo importante es que exista una porción de la sociedad, aunque sea minoritaria, que vigile y denuncie los abusos de los poderosos.

Y, además, en el caso de España, que dicho "tercio" promueva la democracia formal, es decir la libertad política y la separación de poder en el Estado, garantías ambas de la libertad individual, frente al omnímodo y abusivo poder de los partidos políticos.

Pero vd. lo ha visto y dicho perfectamente: se trata de "laotizar" a la población an la mayor cantidad que se pueda, teniendo en cuenta que, a pesar de nuestra iniciativa, solo habrá una minoría consciente, crítica y valiente, que se atreva a dar el paso y salir del anónimo y cómodo "demos" para adscribirse al activo y arriesgado "laos".

Pero esto sería suficiente para movilizar, llegada la ocasión a todo el demos, que es el beneficiario final de la actividad laocrática o prodemocrática.

Muchas gracias por su participación y espíritu dispuesto.

Y un abrazo.

José María Aguilar dijo...

Querido Aspirante:

Al tercio laocrático -imagínese a los tercios de Flandes, por ejemplo- no le importa lo que haga la mayoría de la población, sino esa minoria consciente, crítica y decidida políticamente a la que pertenece.

El tercio se siente responsable de las cosas públicas aunque el resto permanezca en la aparente seguridad y tranquilidad de su vida privada mirándose el ombligo.

Anímese hombre, el tercio laocrático, el ciudadano laótico no puede permitirse el lujo de ser pesimista.

Muchas gracias por aportar su punto de vista.

Y un fuerte abrazo.

Atila el Huno dijo...

Ciudadano Aguilar!!

A mi es que el término no acaba de encajarme. Ayer, por fin, venciendo mi estructural pereza, conseguí estirar el brazo en dirección al diccionario Vox de Griego-Español que tan buenos raticos me hizo pasar durante el bachillerato (el antiguo!!), más que ná por el porrotón de chuletas que aún adornan sus páginas.

Y busco laós...y encuentro laós-ou y leo que significa, por orden:

- multitud, muchedumbre
- Ejército, esp. ejército de tierra.
- Pueblo (en el sentido de Nación)
- En plural= guerreros!!

No parece pues que el término se adentre decididamente en el campo semántico de la Democracia, de la ciudadanía democrática...del Hombre Político.

La comunicación requiere precisión en las palabras que usamos, así que, haciendo un esfuerzo más, decido pasar unas páginas más del diccionario...hasta darme de bruces con la que mejor define esa libertad y disposición a las que el título de su entrada nos incita. La veo y no me lo creo, me suena, me gusta la eufonía de su melodía:

- demos-ou: conjunto de ciudadanos libres, ciudadanos, Estado Democrático, comunidad de un pueblo, gobierno popular...y también, en lo miliar, tropa de soldados...que con el hoplón y la lanza defendían su Libertad y su Democracia. Libertad y Disposición Democrática.

Saludos Demóticos!!

César dijo...

Como no encontraba nada a cerca del "laotismo" pregunté a mi hijo. El siempre me saca de dudas. Me dice que son algo así como la gente encargada de defender la democracia. Los elegidos. Los nuevos pregoneros de la tierra prometida.
Los tres comentarios anteriores son algo pesimistas en cuanto a su capacidad de arrastre. Yo simplemente digo que mientras la anestesia dure, será imposble hacer reaccionar al paciente. Y me da miedo que la anestesia acabe, porque el dolor y los gritos se oirán en todas partes.
Nos tienen encerrados en una jaula de oro y favores, que no nos deja ver la realidad. Hace falta una labor constante y duradera, Sr. Aguilar. Parece ser que usted ha comenzado con ella.
Todos anhelamos una sociedad más justa, unos representantes más preparados, una mayor creación de riqueza. Pero nos conformamos con la jaula de oro en la que nos tienen encerrados. Es una labor constante y duradera la que necesitamos, no se desanime, ilústrenos con paciencia, somos algo tercos..

García Francés dijo...

No sé si es muy rigurosamente científico decir que, hablando del siglo XX, a cada vanguardia política ha correspondido una vanguardia intelectual y artística que la ha precedido.

En general, veo que así ha sucedido, aunque es un impresión mía fruto de lecturas deshilvanadas, escasas y contradictorias.

El marxismo en sus inicios careció de vanguardia artística pero enseguida fagocitó pintores, poetas, escritores.

Con el fascismo ocurrió al revés, su estética ideológica es la que atrajo a intelectuales y artistas.

El anarquismo tampoco tuvo dificultad para asumir entre sus miembros a los bohemios, pintores y creadores.

Visto así, en España, estaríamos jodidos para el desarrollo del tercio laocrático, entendido como una vanguardia de «guardianes» de la libertad o «emisarios» de la democracia. De individuos laóticos dotados de "valentía y heroísmo".

No veo el menor asomo de una vanguardia intelectual y artística revolucionaria, "guardias rojos", dispuesta a agredir al sistema desde los planteamientos del arte y el pensamiento y que se mueva en el camino helador que discurre alejado de las sendas subvencionadas. Mala señal.

El marxismo define al proletariado, en su primer estadio de alineación, como una clase universal, la única capaz de emancipar a toda la sociedad. Se trata de la vanguardia marxista-leninista, que según D. Carlos, es y debe ser revolucionaria. No tardaron en apoderarse de los creadores artísticos de lo que se conoció como realismo socialista.

La llamada “Anti-Democratic Intelligentszia”, una síntesis hegeliana entre confucianismo y fascismo italiano, fue la vanguardia intelectual que criticó con violencia extrema y subversiva la democracia liberal. Luego, la máquina útil del Estado, autoritario y ultranacionalista, fue empujada por los Übermenschen, superhombres, del nazismo. Una vanguardia intelectual seguida de otra política que enseguida la supera.

La ruptura radical que usted predica, D. José María, llegaría como un intento desesperado, elitista y aristocrático de una vanguardia política de "samuráis", frente a una sociedad hiperedonista en estado cerebral vegetativo y cuya única vanguardia pensante son los frikis de los reality’s.

A mi modo de ver, ese tercio laocrático de rígidos valores, honor, lealtad, disciplina, es hoy inencontrable en España. ¿Se imagina usted a un grupo de españoles, intentando ajustarse al código del honor japonés, el "bushido"?

Y no sigo, porque ya habrá apreciado, D. José María, que me estremecen las élites, la aristocracia política, las vanguardias y los "samuráis".

Esos intentos románticos siempre acaban en el pistoletazo a lo Larra, frente al pelotón de fusilamiento en las tapias de la Almudena o en el "seppuku" de Mishima.

Observe que no menciono a las vanguardias revolucionarias como las de nuestra guerra civil, el Ché Guevara, ETA y demás matarifes iluminados, que acabaron chapoteando en sangre de los inocentes.

Posiblemente me equivoque en muchas cosas y desnaturalice otras, D. Jose María, pero ya le he comentado en otras ocasiones que no soy un pensador.

Con mi admiración a sus convicciones, amigo mío.

José María Aguilar dijo...

Querido don Atila:

La perspicacia de que siempre hace gala y su prurito intelectual y bibliográfico se han acercado al "laos", es decir, a la parte combativa, y en la Grecia Antigua, bélica y viril, que bajo la autoridad de un mismo jefe, emprendían luchas en defensa de causas políticas.

El término nos sirve para distinguir la parte activa del demos de la parte pasiva. Simplemente.

Pero me parece bien el término democrático" de uso corriente que vd. propone, siempre que distingamos la parte activa de la población de la pasiva, políticamente hablando.

Reciba un cordial saludo.

José María Aguilar dijo...

Querido don César:

La disposición laótica en nuestra sociedad de masas y de consumo masivo, dirigida desde la televisión, no es excesivamente frecuente, y el número de los ciudadanos que tienen o están en dicha disposición, por tanto, es reducido.

Pero lo importante es que esa minoría crezca hasta alcanzar a todos los llamados, a los ciudadanos sensibles, a pertenecer a ella, y que se muestre preocupada y activa en lo concerniente a los asuntos públicos, que como las cuestiones políticas, nos afectan a todos, aunque no interesen a la mayoría.

Yo quiero despertar esas conciencias, suscitar o sacar a la luz la disposición laótica de las personas que la tengan, aunque sea en pequeño grado.

Esa es la función del laos, la del demos es dedicarse a su vida privada.

Ambas porciones de la sociedad y ambas funciones son necesarias.

Pero de la actividad laocrática de esos pocos se derivará un beneficio democrático para todos.

Muchas gracias por sus siempre valiosos comentarios.

Y un fuerte abrazo.

José María Aguilar dijo...

Querido don Alfredo:

Su incursión en el ámbito de la "inteligencia", de la filosofía política y de la historia ha sido realmente magistral.

Quítele a la disposición laótica lo que tiene de anticuado y belicista, incluso lo viril, aunque no del todo, se lo ruego, y ahí tendrá vd. a esas personas que se esfuerzan por conservar su libertad de pensamiento y de expresión así como su coraje moral para enfrentarse a los abusos de los poderosos, para denunciar a una clase política desenfrenada como la que por desgracia tenemos en España.

Por ciero vd. es uno de los más distinguidos y combativos miembros del laos que conozco.

Y un gran pensador laótico también, aunque vd. no lo quiera reconocer.

Reciba un admirado y cariñoso abrazo, en este caso laótico y viril a secas.

Empar dijo...

La valentía y el heroísmo vienen la mayoría de las veces impuestas por la necesidad, no brotan espontáneamente como las setas en otoño, pero esas esporas están ahí, y pueden saltar aquí o allá, donde menos se piensa y en cualquier momento, sólo es cuestión de agua y las condiciones ambientales necesarias para su explosión de vida, y pudiera parecer que ese brote es espontaneo, pero no, hay debajo de la tierra toda una trama que se va extendiendo sin ser vista ni ser apreciada para quienes no son entendidos en la materia, pero que llegado el momento y las condiciones propicias, explotan y solo hay un camino a seguir, salir hacía fuera, ósea hacía arriba, pues nosotros tenemos que actuar de agua, para permitir esa explosión y empujar hacía delante.
Todo eso lo tengo claro, lo que ya no tengo ya tan claro es, que siendo minoría ¿cómo vamos a poder hacerlo? No alcanzo a comprender que sólo con nuestra abstención en las urnas sea posible lograrlo. Tendríamos que movilizar al menos un grupo abstenciones tan grande en número como los afiliados a los dos partidos mayoritarios del país y aún así serían muy capaces de pactar ellos dos para seguir gobernando.
Entre chorizos, no se van a pisar el cordel...
Una abrazo José María.

José María Aguilar dijo...

Querida amiga Empar:

¡Qué bien ha explicado acudiendo a tan sugestivo relato la potencialidad laótica dentro de la sociedad, el paso de la vida subterránea y latente a la vida al aire libre y operante de los individuos con disposición laótica!

Según mi primo Lorenzo Aguilar, gran científico e intelectual, bastaría un 20% de personas en el mundo para cambiarlo. Para él no haría falta ni siquiera un tercio. Y seguramente tiene razón.

La minoría activa políticamente a la que yo me refiero realiza dos funciones importantísimas: denunciar los abusos del poder y tratar de enderezar los sistemas políticos despóticos o tiránicos como nuestro Estado monárquico de partidos estatales.

Los partidos políticos han de estar a la intemperie, es decir, en la sociedad civil, como todos los particulares y no dentro del Estado hipertrofiándolo y devorando a la sociedad civil.

La minoría es absolutamente necesaria para movilizar a la sociedad civil a la conquista de un orden político mejor y más justo.

Y como vd. ha señalado esta minoría puede crecer y ser cada vez más influyente.

Pues de eso se trata, de influir todo lo posible en los asuntos públicos e impedir que una clase política cerrada cometa todo tipo de abusos sin ningún freno.

Yo sé que pertenece vd. a la parte más entusiasta del tercio laocrático y que ya trabaja para que prolifere y actúe.

Muchas gracias como siempre por su inestimable colaboración.

Y un abrazo.

PD: y confío en que ya se haya recueprado por completo de su intervención.

José María Aguilar dijo...

Se me olvidaba, querida e incomparable Empar:

La minoría laocrática es abstencionaria por necesidad en el antidemocrático Estado de partidos, pero prescribe la abstención a todos los ciudadanos cuya libertad política se halla secuestrada.

Y para no ir a votar no hace falta pertenecer a la minoría laocrática, basta con estar harto de los partidos.

Reciba un nuevo y cariñoso abrazo.

Empar dijo...

Gracias José María, me alegra que le haya gustado mi exposición, y es que estamos en tiempo de setas, y eso me ha inspirado.
Denunciar los abusos políticos es fácil, otra cosa es que nos hagan caso, tratar de enderezarlos, ya lo veo más difícil.
Desgraciadamente los partidos políticos no están precisamente a la intemperie, están bien aferrados cual hiedra al tronco del árbol chupándole la savia, más bien somos nosotros quienes estamos a la intemperie y con el culo al aire y me temo que nuestro país con una “democracia” tan joven, no está preparada para sublevarse ante ellos, o al menos, no sabe como hacerlo y es quizás por eso que se hayan vuelto tan voraces, y aunque no pierdo la esperanza de que con tantos abusos la minoría se vaya volviendo más grande, me temo que será una ardua tarea.
Un abrazo amigo mío, y sí, estoy cada día mejor, gracias de nuevo.

José María Aguilar dijo...

Querida Empar:

La tarea de la minoría siempre es ardua, la más ardua, pues con fuerzas particulares, con fuerzas civiles, se enfrenta a la muy superior fuerza del Estado.

Pero en esta dificultad reside su mérito y su grandeza.

Un abrazo.

García Francés dijo...

D.José María, con su permiso, mañana respondo, partidos, asociaciones cívicas, ýa veré por donde salgo para acabar con mi participación en esta entrada.

Un abrazo, amigo mío.

García Francés dijo...

Estimado D. José María, respondo a su comentario dándole otra vez más las gracias por sus amables palabras, por otra parte, tan inmerecidas como halagadoras.

Si me permite comienzo haciendo una reflexión general sobre los partidos políticos. En principio valdría para cualquier aparato pero, en realidad, yo me refiero aquí a los grandes partidos mayoritarios. El resto son clones a menor escala y con menor poder.

Un partido es un grupo de políticos y administradores profesionales, afiliados y simpatizantes cuyas dos últimas categorías, afiliados y simpatizantes, sueñan a su vez con alcanzar alguna de las dos primeras, y convertirse en políticos o administradores profesionales. Es decir, dejar el amateurismo para profesionalizarse.

Las dos últimas categorías, en ningún caso, influyen en el partido ni en el común de los ciudadanos. Es decir que, junto a los ciudadanos independientes, no pintan un coño salvo en campaña electoral.

La influencia y el poderío políticos son exclusivas del gobierno y la oposición, es decir de los partidos, organizados en instrumentos jurídico constitucionales únicos sancionados, por delegación popular, para el debate parlamentario y la toma de decisiones.

Por lo anterior, cuando gobierno u oposición, manifiestan su disgusto, los ciudadanos no lo sentimos nuestro, sino reflejo de las inquietudes o problemas de la élite dirigente. Al contrario, si exteriorizan su satisfacción por acuerdos o decisiones, evidencian la complacencia del gobierno, o la oposición, por lo que como agentes externos a los partidos, como ciudadanos, tampoco nos sentimos atañidos.

Al permanecer al margen de los partidos, por la imposibilidad de conseguir cambios para influir en su estructura, el desapego de los ciudadanos cada vez tiene menos importancia para la clase política.

Por el contrario, los hombres de partido, o sindicato, los llamados “trabajadores millonarios”, cuya única profesión es la política, se encierran endogámicamente completamente ajenos a otros intereses que no sean lo suyos. Su trabajo cuando conviene, antes de las elecciones, es movilizar, manipular y dirigir el voto camino de las urnas. Y dictar las leyes que les permitan hacerlo en las mejores condiciones para sus organizaciones políticas y sindicales.

Así pues, resulta imposible canalizar, con una mínima posibilidad de éxito, cualquier protesta política ciudadana ya que, a lo sumo, lo que reflejan los partidos son las especulaciones o inquietudes de las diversas facciones de los aparatos.

Resumiendo, son familias herméticas, en las que resulta imposible influir y que únicamente se movilizan para la defensa de sus intereses coyunturales lo que ayuda a perpetuar la ficción de su utilidad, sin impidir que el ciudadano independiente se vea beneficiado por algunas de sus decisiones, aunque nunca haya sido tomada pensando en él.

Remedando a Melquiades Álvarez en su conocida frase sobre la monarquía, acabo diciendo que "los partidos, y sindicatos, serán democráticos o no serán". Y, yo creo que en el siglo XXI, pronto serán sustituidos por otras organizaciones. Me gustaría saber cuáles, pero no lo sé.

Dª José María estoy extenuado, me voy decir frivolidades donde 74 HOMBRES, que esa señorita me está alborotando el gallinero con sus "guarrerida española". Abrazos, mon cher.

García Francés dijo...

Estimado D. José María, respondo a su comentario dándole otra vez más las gracias por sus amables palabras, por otra parte, tan inmerecidas como halagadoras.

Si me permite comienzo haciendo una reflexión general sobre los partidos políticos. En principio valdría para cualquier aparato pero, en realidad, yo me refiero aquí a los grandes partidos mayoritarios. El resto son clones a menor escala y con menor poder.

Un partido es un grupo de políticos y administradores profesionales, afiliados y simpatizantes cuyas dos últimas categorías, afiliados y simpatizantes, sueñan a su vez con alcanzar alguna de las dos primeras, y convertirse en políticos o administradores profesionales. Es decir, dejar el amateurismo para profesionalizarse.

Las dos últimas categorías, en ningún caso, influyen en el partido ni en el común de los ciudadanos. Es decir que, junto a los ciudadanos independientes, no pintan un coño salvo en campaña electoral.

La influencia y el poderío políticos son exclusivas del gobierno y la oposición, es decir de los partidos, organizados en instrumentos jurídico constitucionales únicos sancionados, por delegación popular, para el debate parlamentario y la toma de decisiones.

Por lo anterior, cuando gobierno u oposición, manifiestan su disgusto, los ciudadanos no lo sentimos nuestro, sino reflejo de las inquietudes o problemas de la élite dirigente. Al contrario, si exteriorizan su satisfacción por acuerdos o decisiones, evidencian la complacencia del gobierno, o la oposición, por lo que como agentes externos a los partidos, como ciudadanos, tampoco nos sentimos atañidos.

Al permanecer al margen de los partidos, por la imposibilidad de conseguir cambios para influir en su estructura, el desapego de los ciudadanos cada vez tiene menos importancia para la clase política.

Por el contrario, los hombres de partido, o sindicato, los llamados “trabajadores millonarios”, cuya única profesión es la política, se encierran endogámicamente completamente ajenos a otros intereses que no sean lo suyos. Su trabajo cuando conviene, antes de las elecciones, es movilizar, manipular y dirigir el voto camino de las urnas. Y dictar las leyes que les permitan hacerlo en las mejores condiciones para sus organizaciones políticas y sindicales.

Así pues, resulta imposible canalizar, con una mínima posibilidad de éxito, cualquier protesta política ciudadana ya que, a lo sumo, lo que reflejan los partidos son las especulaciones o inquietudes de las diversas facciones de los aparatos.

Resumiendo, son familias herméticas, en las que resulta imposible influir y que únicamente se movilizan para la defensa de sus intereses coyunturales lo que ayuda a perpetuar la ficción de su utilidad, sin impidir que el ciudadano independiente se vea beneficiado por algunas de sus decisiones, aunque nunca haya sido tomada pensando en él.

Remedando a Melquiades Álvarez en su conocida frase sobre la monarquía, acabo diciendo que "los partidos, y sindicatos, serán democráticos o no serán". Y, yo creo que en el siglo XXI, pronto serán sustituidos por otras organizaciones. Me gustaría saber cuáles, pero no lo sé.

Dª José María estoy extenuado, me voy decir frivolidades donde 74 HOMBRES, que esa señorita me está alborotando el gallinero con sus "guarrerida española". Abrazos, mon cher.

García Francés dijo...

Estimado D. José María, respondo a su comentario dándole otra vez más las gracias por sus amables palabras, por otra parte, tan inmerecidas como halagadoras.

Si me permite comienzo haciendo una reflexión general sobre los partidos políticos. En principio valdría para cualquier aparato pero, en realidad, yo me refiero aquí a los grandes partidos mayoritarios. El resto son clones a menor escala y con menor poder.

Un partido es un grupo de políticos y administradores profesionales, afiliados y simpatizantes cuyas dos últimas categorías, afiliados y simpatizantes, sueñan a su vez con alcanzar alguna de las dos primeras, y convertirse en políticos o administradores profesionales. Es decir, dejar el amateurismo para profesionalizarse.

Las dos últimas categorías, en ningún caso, influyen en el partido ni en el común de los ciudadanos. Es decir que, junto a los ciudadanos independientes, no pintan un coño salvo en campaña electoral.

La influencia y el poderío políticos son exclusivas del gobierno y la oposición, es decir de los partidos, organizados en instrumentos jurídico constitucionales únicos sancionados, por delegación popular, para el debate parlamentario y la toma de decisiones.

Por lo anterior, cuando gobierno u oposición, manifiestan su disgusto, los ciudadanos no lo sentimos nuestro, sino reflejo de las inquietudes o problemas de la élite dirigente. Al contrario, si exteriorizan su satisfacción por acuerdos o decisiones, evidencian la complacencia del gobierno, o la oposición, por lo que como agentes externos a los partidos, como ciudadanos, tampoco nos sentimos atañidos.

Al permanecer al margen de los partidos, por la imposibilidad de conseguir cambios para influir en su estructura, el desapego de los ciudadanos cada vez tiene menos importancia para la clase política.

Por el contrario, los hombres de partido, o sindicato, los llamados “trabajadores millonarios”, cuya única profesión es la política, se encierran endogámicamente completamente ajenos a otros intereses que no sean lo suyos. Su trabajo cuando conviene, antes de las elecciones, es movilizar, manipular y dirigir el voto camino de las urnas. Y dictar las leyes que les permitan hacerlo en las mejores condiciones para sus organizaciones políticas y sindicales.

Así pues, resulta imposible canalizar, con una mínima posibilidad de éxito, cualquier protesta política ciudadana ya que, a lo sumo, lo que reflejan los partidos son las especulaciones o inquietudes de las diversas facciones de los aparatos.

Resumiendo, son familias herméticas, en las que resulta imposible influir y que únicamente se movilizan para la defensa de sus intereses coyunturales lo que ayuda a perpetuar la ficción de su utilidad, sin impidir que el ciudadano independiente se vea beneficiado por algunas de sus decisiones, aunque nunca haya sido tomada pensando en él.

Remedando a Melquiades Álvarez en su conocida frase sobre la monarquía, acabo diciendo que "los partidos, y sindicatos, serán democráticos o no serán". Y, yo creo que en el siglo XXI, pronto serán sustituidos por otras organizaciones. Me gustaría saber cuáles, pero no lo sé.

Dª José María estoy extenuado, me voy decir frivolidades donde 74 HOMBRES, que esa señorita me está alborotando el gallinero con sus "guarrerida española". Abrazos, mon cher.

José María Aguilar dijo...

Querido don Alfredo:

Esa competencia erótica a ELDEBATE me parece desleal, pero qué vamos a hacerle, el sexo es el sexo y el cuerpo siempre demuestra su soberanía sobre el espíritu por muy elevado que sea éste.

Su diagnóstico político es impecable.

En cuanto a la solución, consiste precisamente en poner a los partidos en su sitio, en la sociedad civil, donde sí son necesarios, y hasta imprescindibles para estructurar interses e ideologías.

Pero sin exclusividad ni ventaja sobre los particulares y sometidos al sistema electoral uninominal de distrito y presidencial para el ejecutivo, con separación de los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial.

Quedará abolido por supuesto el sistema proporcional de listas de partido y también la elección del Presidente de Gobierno por el Parlamento.

Y se creará un Atoridad judicial unificada jurisdiccionalmente de jueces y fiscales sin distingo, que actuará sobre los gobernantes comno si de particulares se tratase.

Y esta Autoridad judicial sería controlada por un órgano elegido por todos los miembros de la carrera jurídica: abogados, procuradores, jueces y magistrados, personal judicial.

El mandato de los representantes de distrito (que serán autónomos, pertenezcan o no a un partido y estarán sometidos al mandato imperativo de los electores) será revocable durante la legislatura.

Y Parlamento y Gobierno podrán hacerse dimitir o cesar en sus funciones mutua y simultáneamente.

Como verá esta estructura de los poderes del Estado y su control por los ciudadanos no es nada utópica sino perfectamente realizable.

Y compatible con la presencia de los partidos políticos en la sociedad civil, sufragados con las contribuciones de sus afiliados.

La democracia es posible, no lo dude, querido amigo, bajo la forma de una República Constitucional que incluya todo lo que le he dicho y alguna cosita más de la que ya hablaremos.

Un gran y esperanzado abrazo laótico y democrático.

García Francés dijo...

Coño, D. José María, no se queje que de todo tiene que haber en la viña del Señor.

Y la cosa del potorro, le tira mucho a la peña, más que las famosas tetas y la carreta.

Para su consuelo, le digo que en las 24 horas que estuvo en solitario, no hice entrada mía sino que me metí a ELDEBATE, ha sido la mejor cifra de visitas y páginas vistas de la semana.

Eso sí, con pocos comentarios. No se puede tener todo en la vida.

De momento voy a vigilar este aquellarre de las juventudes femeninas del Blog Revista. Continuaré con lo suyo cuando me den de alta en la UVI, donde intentan solidificar mis sesos que se habían licuado.

Con el mayor afecto, mon ami.

FJavier dijo...

"Si viviéramos en un Estado donde la virtud fuera rentable, el sentido común no sería ser santos; pero si vemos que la avaricia, la ira, la vanidad y la estupidez rinden más beneficios que la caridad, la modestia, la paciencia y la inteligencia, la rebelión está justificada, aun corriendo el riesgo de ser héroes."

Robert Bolt
(Gran Bretaña, 1924-1995)
La cabeza de un traidor (fragmento)

José María Aguilar dijo...

Querido Javier:

Me encanta la cita, porque pone de relive la naturaleza de la disposición laótica, del heroísmo moral de la minoría laocrática, la pasión ética de los hombre libres, valientes y generosos.

Yo creo que la virtud es mucho más rentable moralmente hablando, incluso económicamente, que las bajas pasiones, aunque ocasional o excepcionalmente estas puedan rendir también algún fruto, principalmente en sociedades echadas a perder moral y políticamente como la española.

Además la virtud puede asociarse a grandes pasiones o ideales, que producen grandes satisfacciones, e incluso grandes rendimientos materiales.

El problema del Estado de partidos en España es que son los vicios y las bajas pasiones las que, al no tener el freno de la justicia, predominan en la sociedad y, desde luego, en la vida pública.

Pero esto no debería consentirse. Y una mueva República Constitucional con los caracteres antedichos en otros comentarios, serviría para sanear la vida pública de tanta pasión y vicio infame.

Muchas gracias por su bonita e interesante aportación.

Y un fuerte abrazo.

PD: ¿Por qué no se anima y compone una entradita para ELDEBATE? Con media cuartilla de extensión sería suficiente. Y también pondría su disposición laótica a prueba.

Empar dijo...

No sé si la virtud será más rentable, pero lo que sé es que un@ duerme a pierna suelta cuando vive de acuerdo con su conciencia, debe ser por eso que en Moncloa se envejece rápidamente, la mansión se come a sus residentes.
Saludos a todos (a ese numeroso grupo que leen y no escribe también, no seáis tímidos, que esto nos concierne a todos)

FJavier dijo...

Señor Aguilar, Señor García, si por una enajenación transitoria por fin cometiera el delito de aceptar su invitación ¿a donde debería de mandar el cuerpo del delito?

José María Aguilar dijo...

Querido don Javier:

¡Qué alegría me produce saber que se va a incorporar a la nómina de publicistas de ELDEBATE!

¡Bienvenido al tercio!

Creo que la dirección a donde debe enviar su artículo es la siguiente: decabras@yahoo.es

Pero aguarde a que se lo confirme don Alfredo.

García Francés dijo...

D. Javier, disculpe el despiste.

Por supuesto, me da usted un alegrón queriendo particpar en ELDEBATE, tiene el mail decabras@yahoo.es a su disposición para que desde él yo le indique como deben venir las entradas.

Espero su correo, amigo mío.

García Francés dijo...

Dª Empar, me encanta ver como hace usted proselitismo invitando a los "amigos invisibles".

Para satisfacción de todos los habituales les diré que esta entrada de ELDEBATE es la que más visitas ha recibido en las dos últimas semanas hasta hoy día 20 de Oct. incluído.

Un abrazo, amiga mía, y una parte de este éxito de D. José María se debe a usted también.

García Francés dijo...

Por cierto, me encanta su visión "virtuosa" de la política y de ELDEBATE, D. José María.

Debería extenderse en la próxima entrada sobre los valores de los ciudadanos laóticos y de los que aporta ELDEBATE. Me ha gustado ese punto de vista, amigo mío.

José María Aguilar dijo...

Querido don Alfredo:

Este es el aspecto más bonito, a mi juicio, de la política, el de la participación del ciudadano dentro de la sociedad civil, en orden de garantizar tanto la libertad personal, los derechos individuales, como frenar y limitar el poder del Estado sobre todos.

Esta es la función del laos, de los ciudadanos con disposición laótica o democrática.

Y como verá, este tercio, esta minoría de personas críticas con el poder y amantes de la libertad es mayor de lo que a simple vista parece y, además, aumenta cada día con los desmanes de la clase política.

Esta minoría, este grupo constituyente de la libertad política y de la democracia, que llegará con la República Constitucional, es la esperanza de España.

Seguiremos en ELDEBATE por esta senda de la libertad y conquista de la verdadera democracia, inédita aún en nuestro amado país.

Enhorabuena también a Vd. por el éxito creciente de la revista y un gran abrazo.

José María Aguilar dijo...

Querida Empar:

Su disposición laótica y la ilusión y entusiasmo con que participa en las actividades laocráticas de ELDEBATE la honran a Vd. y nos admiran a todos nosotros.

No retrase el envío de su próxima colaboración, la necesitamos.

Muchísimas gracias.

Empar dijo...

Gracias a los dos por considerarme parte del éxito, pero debo decir que son ustedes unos exagerados.
En cuanto a la entrega de la próxima entrada, en ello estoy Don José María, que tengo a mi mami algo pachucha también, y ando más por su casa, que por la mía.
Abrazos y besos para los dos.

José María AguilarR dijo...

Querida Empar:

Cuide bien a su mamita y cuídese también mucho a Vd. misma pero no descuide sus laocráticas obligaciones.

Muchas gracias y un fuerte abrazo.

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