Artistas de la peregrinación ministerial. En el último mes, de Cultura a Interior, de Interior a Cultura, y con parada en el Senado. “Somos artistas”, pregonan allá donde van. Como aquellos cómicos itinerantes que iban de pueblo en pueblo. O sacados de la película de Fernando Fernán-Gómez “El viaje a ninguna parte”.
Se parecen a la niña de “A tu vera”, jurando en las rejas del ministerio. Y la González-Sinde venga a cubrir con sal las piedras de su calleja, y a no querer hacerse la foto con ellos, que los toreros permanecen ahí, hoy, mañana y siempre.
Hace ná y menos, un portavoz socialista en el Senado declaró tajantemente que los toros NO son cultura. Este mismo partido saboteó la declaración de la Fiesta como Bien de Interés Cultural. El PSC votó en bloque para prohibir los festejos taurinos en Cataluña. Pero los “artistas” están contentos tras su reunión con Sinde y Rubalcaba, “llenos de orgullo y satisfacción” y “dando pasos adelante”. Quizás quieran parecerse a sus colegas del cine, que trincan subvenciones sólo con abrir la boca y no consiguen llevar un alma a las salas.
A principios de mes, le organizaron un homenaje al torero, ya retirado, Andrés Vázquez con motivo del 50º aniversario de su alternativa en Las Ventas. El diestro zamorano, que se curtió con las ganaderías más duras del momento, sólo tenía palabras de agradecimiento para Dios y el toro, porque sin ellos –decía-, hubiera sido un labriego harto de calor y de frío. Contaba que el toreo se ha vuelto como la economía: “mínimo esfuerzo, máximo rendimiento”. Con animales más emparentados con el borrego que con el toro, los matadores de hoy quieren ser artistas. Y así nos va.
El toreo es una escuela de valores. Por ello, las “figuras”, los matadores más importantes del escalafón, deberían dar ejemplo. Y no pedir limosna a los políticos. El ganadero Victorino hijo habitualmente comenta que, lo más grande en el mundo, es ser aficionado a algo. En una ocasión explicaba que existe una palabra francesa para definir al aficionado: “amateur”, es decir, el que ama, el que quiere. Por eso, él se siente un privilegiado, porque es un entusiasta constante de su profesión. Como lo era Andrés Vázquez. Hacen falta personas así en los toros. Si hubiera más como ellos, no sería necesario mendigar a las puertas de los ministerios. Porque la Fiesta se defendería sola. Salvándola desde dentro. Es la única manera de perdurar y crear afición.
Ha muerto un banderillero: Adrián Gómez. Torero de oro en traje de plata. No se lo ha llevado una neumonía, sino un toro en Torrejón de Ardoz. Es la otra cara de la "Fiesta", hoy menos fiesta que nunca.Lo explicaba así, hace dos años, Antonio Burgos: "Adrián Gómez es el toreo. Adrián Gómez es el toreo más puro y absoluto. Terrible. Trágico. De verdad. Sin cuento, trampa ni cartón. Sin pintamonas en el tendido. Sin famosos en la barrera. Sin prensa del corazón. Sin reventa a reventar. Sin aperturas ni de puertas grandes ni de telediarios. Adrián Gómez es la verdad del toreo porque a la Fiesta la salvan muchos cientos de anónimos perdedores como Adrián Gómez". Descanse en paz, torero.
5 comentarios:
Llevo medio día en el andamio (negocio) y media noche de celebración con unos amigos (ocio). Es la una de la mañana y acabo de llegar a casa. Gracias, don Alfredo por el post. Bordó la edición. No me cabía ninguna duda. Abrazos.
No me gustan los toros, pero sí los hombres valientes y honrados, que defienden lo que aman sin titubeos. No creo en el torero que un día da un capotazo y al otro un paseo por la pasarela o sonríe ante las cámaras con un Rolex en la muñeca.
Saludos, Don.
Dª Mercedes, no importa, tiene usted razón, toreros o diplomáticos, lo importante de los hombres es que se vistan por los pies.
Un abrazo para usted, amiga mía.
Yo me uno al comentario de Mercedes,me gusta lo que ha dicho.
Y mi pésame a la familia de Adrián,por esta muerte tan trágica.
Abrazos
Ella y usted son sabias. Y buenas. Muchas gracias, Dª Nazaríes.
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