Dicen que Juanita Reina (1925-1999), La Reina de la Copla, compartió más que canciones con el torero Manolete. Lo que nunca imaginaría la artista de la Macarena es que acabaría pidiéndole a la Giralda que vistiera un lazo negro en memoria del diestro cordobés. Otra de sus coplas de duelo fue “Silencio por un torero”, que narraba la tragedia del menor de los Gallos, Joselito. Era sabido que a Joselito le gustaban las mujeres más que nada, y que de haber toreado sólo para los hombres, se hubiera cortado la coleta mucho antes de caer muerto en Talavera. Reconocía Joselito: “En cuanto empiezo la temporada, ni acercarme a unas faldas... La cosa es mortal... La cogida que tuve en Barcelona, que me partí la clavícula, fue por causa de unos ojos negros... había pasado toda la noche anterior mirándome en ellos... Hay veces que se prefiere una cornada a desperdiciar ciertas cosas...”.
Las muertes de Joselito y Manolete fueron inspiración de cientos de coplas, como también los devaneos de las ganaderas salmantinas, en concreto una, Pilarín Coquilla. Mujer moderna, adelantada a las costumbres de la época, montaba a caballo, toreaba, fumaba, conducía coches y, encima, era guapa. Un dije de señora. Su personalidad fascinó de tal modo a ganaderos, toreros y artistas, que quedó inmortalizada en varias coplas, entre ellas “Con divisa verde y oro”, enaltecida en la voz de doña Concha Piquer (1906-1999). “El chiquillo de Osuna que quería ser torero” bien pudiera ser el gitano Joaquín Rodríguez Cagancho, quien bebía los vientos por Pilarín.
Otra copla inspirada en una terrateniente salmantina fue “Madrina”, preciosa letra sobre el amor infortunado entre una ganadera charra y un joven torero que la utilizó para ascender en los carteles.
Junto a Juana Reina y Concha Piquer, reacia a los toros hasta que contrajo matrimonio con el diestro Antonio Márquez, El Belmonte Rubio, la tercera componente del cartel de oro de las copleras fue Marifé de Triana (1936). La más dramática y “desgarrá” de todas ellas. En 1975, Ignacio Román y Rafael Jaén le compusieron la casi desconocida “Ojalá”, una joya de la nueva copla que retrata la historia de amor entre un torero y una cantaora.
P.S. Y yo les pregunto, señoras y señores, ¿puede haber un amor más grande, mayor pasión que la que se mece, al borde de la muerte, entre los cuernos de un toro? La niña sabia, nuestra querida Dª Gloria, nos vuelve e emocionar con sus amoríos entre mujeres bravas y toreros valientes. Emociónense. Esto lo vivieron nuestro padres y abuelos. En esta época blandita, nosotros, sólo podemos imaginarlo. AGF
3 comentarios:
Que bonito, y que será la pasión?
Todo esto ha sido proscrito por treinta años de " cultura oficial prisa-progre". Literalmente lapidado y borrado del mapa.
Entre los pocos que reivindicaron la copla hay que mencionar a un granaíno : Carlos Cano.
A mitad de camino de esta evolución forzosa a no sé donde, estos elementos que nos recupera, doña Gloria, tienen un cálido sabor a identidad y a historia. Y un cierto retrogusto a nostalgia de una época en la que no había más televisión que los abuelos ni más historias que las suyas. Simplemente, otros tiempos.
Pareciera que tuviéramos un conflicto con nuestros significados más enraizados. Sin tiempo para evolucionar con la necesaria naturalidad y en la dirección correspondiente, se nos exige que dejemos de sentir como propias tradiciones que siempre lo han sido (las corridas de toros) y que debamos de incorporar significados ajenos, extraños, cuando no claramente cuestionables (las caras femeninas ocultas).
Me temo que ahora el arte obedece a otros intereses, la evolución a otros mecanismos, la historia ha de ser reescrita y los valores que cotizan lo hacen en una bolsa especulativa.
Mis felicitaciones.
Un abrazo.
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