Sesenta y dos años, prejubilado. Mi cuerpo me alerta de mi sino. Nada grave, la vida es así. Derrochar vida. Miro atrás y me invade la melancolía por la ya gastada. Miro adelante y deseo gozar del resto sin ser irritable, fastidioso ni tocapelotas. Aspiro a ser un viejito coqueto y alegre. Como Bioy Casares y Carlos Gurméndez.
miércoles, 29 de junio de 2011
Melancolía por Bioy Casares y Carlos Gurméndez
Sesenta y dos años, prejubilado. Mi cuerpo me alerta de mi sino. Nada grave, la vida es así. Derrochar vida. Miro atrás y me invade la melancolía por la ya gastada. Miro adelante y deseo gozar del resto sin ser irritable, fastidioso ni tocapelotas. Aspiro a ser un viejito coqueto y alegre. Como Bioy Casares y Carlos Gurméndez.
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5 comentarios:
La nación malita y su estado peor. Sólo Rosa Díez aclaró la situación.
Sobre el sentimiento que “suaviza los dolores demasiado vivos”, nunca me cansaré de recomendarles el libro “La Melancolía”, ensayo en la Colección Austral, de Carlos Gurméndez, mi querido compañero en El País.
¿A quién no le gustaría ser Bioy Casares?
Venga, Sr. Francés, que la mente es la que indica la edad y usted no pasa de 25!
Creo que se quitaría cinco más si liderase a los indignados!
Que usted lo está!
Le he dicho mil veces que le de la vuelta al 62...
26,26,26..( da lo mismo, ni sobra , ni falta ni hubo bastante...)
Ayyyy mi D.Alfredo melancólico..y no se ponga así no sea que le de un cólico!!!
Besos.
¿Qué tiene de malo ser tocapelotas?
¿Le han hecho algo a Vd. los tocapelotas? ¿Es que no pagan sus impuestos? ¿Si les pinchan, no sangran? ¿No se ríen si les hacen cosquillas?
¡Los tocapelotas tienen derecho a vivir!
¡Vivan los tocapelotas!
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