
Conocí a
Miwa, la mítica amante travesti del legendario
Mishima, en Madrid. En Tokio, me presentó a una bellísima diva del Ballet Imperial. No era una
geisha pero deseaba parecerlo. Incomodísimo. Kimonos imposibles para manos occidentales, inacabables preliminares y, tras cada beso apasionado, un
Sensei, arigatō*. Hoy lo hubiera disfrutado.
*
Sensei, arigatō quiere decir,
Señor, gracias.
2 comentarios:
Y cuando ella lo acariciaba a usted que le decia...¿Misico,gatico????
Dª Nazaríes, por Dios, no me tire de la lengua que los caballeros no debemos extendernos en estas cosas.
Ya he sido bastante indiscreto, aunque como ha visto no menciono el nombre de la bella bailarina.
Un abrazo, amiga mía.
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