
Manuelita, gitana y pobre. Adoptada, enamorada del Prado.
“Mi historia es la de cualquier niño de la calle”, dice. Goya, Bacon, expresionismo alemán y una
técnica inimitable que resalta la piel craquelada, cicatrizada, de los retratados. Me mostró su
trilogía de la Muerte aún inédita.
Crudeza lírica,
compasión por el herido.
Esgrima del pincel.
Perspectiva genial.
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