Aún tenía por delante 15 días de vacaciones cuando los médicos me urgieron a dejar Santo Domingo para volver a España. Llegar a Madrid me costó tres días de calvario aeroportuario. Estoy extenuado y dolorido. Durante la vuelta leer sus mensajes de ánimo me reconfortaba tanto como los calmantes. Ya estoy aquí. Todavía groggy. Pero les debía esta explicación y mi eternísimo agradecimiento, queridos.
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