"Para hacer el amor hay que relajarse, ansiar al otro y provocar la travesura, decía, crear el escenario, aullar de placer y, luego, evitar ronquidos y otros mataganitas". Mi viejo, además de dermatólogo era algo bribón, afirmaba que "para prolongar el matrimonio los esposos debían dormir en habitaciones de distinta casa y en dos países diferentes de continentes alejados". ¿Rutina y misionero o I+D?
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