Hasta mi adolescencia viví en un hotel. Por una discreta puerta de acceso metí a un amigo y una chica. Mi tío lo vio. Nosotros al lío del trío hasta que mi padre tocó en la puerta. Escondí a la muchacha en el balcón y abrí despeinado y sudoroso. Sentados en la cama revuelta aguantábamos callados la bronca de mi papá que pensó en lo más improbable. “Me ha salido un hijo maricón”, se lamentaba. Mi tío largó.
sábado, 31 de mayo de 2014
Hablando de Sexo
Hasta mi adolescencia viví en un hotel. Por una discreta puerta de acceso metí a un amigo y una chica. Mi tío lo vio. Nosotros al lío del trío hasta que mi padre tocó en la puerta. Escondí a la muchacha en el balcón y abrí despeinado y sudoroso. Sentados en la cama revuelta aguantábamos callados la bronca de mi papá que pensó en lo más improbable. “Me ha salido un hijo maricón”, se lamentaba. Mi tío largó.
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