Tirado, Humberto y Daniel Ortega.
D. Daniel nunca ha sido un campesino, ni un obrero; pertenece a esos políticos salidos de la clase media acomodada de Nicaragua, en su mayor parte enfrentada a la dictadura de Anastasio Somoza. Estudió Derecho en Managua hasta que se incorporó al FSLN. Tras la caída de Somoza, acabará sus estudios en la Universidad Patricio Lumumba de Moscú. Excelente centro académico "sin apenas influencia ideológica".
Entre Daniel, su hermano Humberto y algunos otros, como Núñez Téllez, traicionan la promesa de convertir las milicias guerrilleras en multipartidistas y acaban sustituyendo a la Guardia nacional por el FSLN en una clara deriva castrista. Estados Unidos financia la contra y comienza un nueva guerra.
Castro y Humberto Ortega.
Toma la presidencia de Nicaragua en 1985 hasta que se la arrebata Violeta Chamorro al frente de una alianza de partidos derechistas y en medio de una grave crisis económica y política. Tras un maquillaje político pilotado por su mujer Rosario Murillo, Ortega pierde las elecciones en 1996 y 2001 consiguiendo además la fragmentación del FSLN.
Rosario Murillo
Ortega se postuló por quinta vez como candidato a Presidente de la República de Nicaragua por el Frente Sandinista, para las Elecciones generales de Nicaragua del 5 de noviembre de 2006. Cambia su mensaje revolucionario por el del pacifismo y la solidaridad, con una serie de esloganes sobre Dios, la reconciliación, la paz y el amor. Remplaza la bandera rojinegra del FSLN por una enseña rosa y el himno sandinista por “La canción de la alegría”. Con esta estrategia consigue el voto del electorado de centro del espectro político nicaragüense. Asume la Presidencia de nuevo en el 2006.
El Señor Presidente de Nicaragua, ha tomado el relevo del gorila Chávez pronto agasajado en Mallorca por el Rey y el Presidente de España. Se trata de una estrategia de acoso a nuestro país que ha pivotado su punta de lanza desde Venezuela, ya necesitada de cirugía plástica reparadora de modales políticos internacionales, a Nicaragua. Hasta ahí se entendería.
Sí, se entendería, si no fuera porque este Presidente, hace ya tiempo debería haberse escurrido por las cloacas políticas de Managua. Por mucha ley que lo resguarde, por mucha inmunidad que lo defienda, un tipo, que ha sido denunciado por su hijastra por abusos sexuales y agresiones físicas y psicológicas desde los 11 años, no parece ser un mandatario como para confiar en él.
Y ahora, con un par, toma el relevo de Chávez, necesitado de encontrar algún amigo en cualquier sitio, y viene a tocarnos las pelotas a nosotros. El presidente de Venezuela le ha ordenado que, mientras él se acoge a nuestra esúpida política Exterior, Ortega proclame que el Rey de España tiene que aprender a escuchar.
Seguramente, yo añadiría que después de escuchar, que seguro que lo hace, Su Majestad debería también hablar. Antes de que sea demasiado tarde.
Yo puedo decírle estas cosas a Ortega porque nunca una hija de mi mujer me ha acusado de violación y maltrato ni, sobre mí, han pesado algo más que sospechas de genocidio de indios miskitos, ni siquiera, he sido cuestionado por rapiñar los bienes del partido, ni por acumular una fortuna personal. Y, también, porque nunca se las dirán los patéticos ministros españoles del ramo.
¿Comprende usted, Señor Presidente de Nicaragua? Pues, por eso.
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