...Los hubo valientes, honrados, leales y dignos. También rufianes, aventureros, asesinos y locos...

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lunes, 15 de septiembre de 2008

Porqué soy un calzonazos

A petición de algunos blogers, ansiosos por saber más sobre este asunto, voy a explicarles a ustedes porque soy un calzonazos.



Todo arranca de una conversación sobre los absurdos motivos que suelen contar los autores sobre sus inicios en la literatura, sobre su recién descubierta vocación literaria. Unos se iniciaron en la escritura desde niños porque eran tan odiosos que ningún otro chico quería jugar con ellos; hubo a quienes fueron los cuernos de un malquerer los que les empujaron a escribir y, otros, lo hicieron para matar el aburrimiento en la cárcel donde estaban recluídos por dejar morir de hambre a sus hijos.





Hay quien descubrió el placer de escribir tras brutales interrogatorios policiales al ser detenido en redadas por los burdeles de su ciudad. Incluso quién usó de las paredes para lanzar al mundo sus cálidos mensajes.



En fín, como ven, hay muchos diferentes y enternecedores casos de comienzos literarios.

Pero, como a nadie le agrada contar la verdad, es cierto que los autores, preguntados por su vocación, deben inventar algo bonito para su público y, entonces, algunos nos liamos.



Les voy a contar mi caso, que se ha convertido en leyenda urbana. Comencé a escribir un día que estaba aburrido mientras mi esposa preparaba sus trabajos de investigación científica. Llovía y mi inquietud no dejaba trabajar a mi mujer. Intentaba arrastrarla a pasear preguntándole bobadas. Hasta que se plantó y comenzó el diálogo que ha pasado a la historia de la literatura mundial.

-Nena, ¿vamos a jugar al golf?
-Está lloviendo y tengo mucho trabajo...
-Y, ¿a tomar el aperitivo?
-No puedo, cariño, tengo que acabar estas conferencias...
-Bueno, pero podías...
-¿Coño, Alfredo, porqué no te sientas y escribes una novela?
-¿Una novela? ¿Y de qué?
-De lo que quieras. Sobre el descubrimiento de América que te gusta tanto...



Y, como soy un calzonazos, escribí tres libros sobre el tema, dos thrillers más y estoy comenzando la sexta novela. ¡No me digan que no soy un caso de decidida vocación literaria!



¡SEGURO QUE A USTED SU ESPOSA
NO OSA IMPONERLE TAL COSA...!

PS. Introducir una elegante cita, en este caso de Quevedo, es algo que también solemos hacer los novelistas, un guiño a nuestros cultos lectores.

2 comentarios:

ostra dijo...

Es que su Santa es mucha Santa, Don Alfredo.
Un abrazo a los dos.

García Francés dijo...

No lo sabe usted bien, Dª Ostra, o sí...

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