Pocos halagos son más bellos como que te digan TORERO. Mucho tiempo antes de saber qué era una verónica o un natural, la querencia o los caireles, gente a la que quiero me había advertido: “torero hay que serlo dentro y fuera de la plaza”. Y yo asentía sin entender, aunque intuyendo. Y vislumbraba pundonor, mando, saber estar, amor propio, nobleza, garbo, señorío. Por eso presté atención cuando, al conocer que Juan Mora volvía a enfundarse el traje de luces, alguien me avisó: “Vas a tener ocasión de ver a un torero”.
Con Juan había tenido la fortuna de coincidir en alguna tertulia taurina. Es un hombre de pelo zaino, ojos claros y buenos, media sonrisa esquinada y, como escribía César González-Ruano, “él, tan noble, tan entero, se había acostumbrado a mirar la vida de perfil”. Nació en Plasencia, en abril del 1963. Tomó la alternativa tres años antes de que yo naciera, en el 83. Lo vi torear por primera vez en Madrid, el 15 de agosto de 2009, en una tarde de calor y zarzuela. Nada en él resultaba impostado; su toreo fluía inspirado, natural e improvisado. Su muleta era tan pura que desgarraba. Este sábado fui a la plaza por él.
Una docena de lances, un natural eterno, un remate de pecho inmenso y un estocanazo en el hoyo de las agujas han puesto la plaza boca abajo. Nunca presencié una vuelta al ruedo más honda, con el hijo de Mora haciendo gala de las dos orejas. A la salida, Victorino decía: “Cuando la plaza de Las Ventas se pone cariñosa, no hay quien la gane”. No es sólo cariño: es gratitud y reconocimiento. Obligación de quitarse el sombrero ante un TORERO, que no es lo mismo que un figurón o una figurita.
La misma semana en que los primeros espadas del escalafón han ido a hablar con la Ministra de Cultura para perderse entre despachos y subvenciones, Juan Mora ha abierto la Puerta Grande de Madrid. No hace falta mudarse de Interior a Cultura para que la fiesta de los toros sobreviva. Hacen falta tardes como ésta. Incluso sus compañeros de cartel, Curro Díaz y Morenito de Aranda (¡qué remates al sexto!), espoleados por el veterano torero, se han venido arriba. La corrida de Torrealta (especialmente el primer y último ejemplar) también ha colaborado para que sea una tarde de las que emocionan y perpetúan en la memoria.
Todos hemos salido de la plaza con una sonrisa, esquinada también, como la de Mora. Dieciséis años después ha vuelto a cruzar el umbral de la Puerta Grande. La calle de Alcalá ha visto a un TORERO.
Imágenes: 1/Juan Mora con la autora; 2/ Juan Mora en las tertulias de “El Tendido”; 3/ Natural por Iván de Andrés; 4/ Las Ventas, 2 de octubre de 2010.
18 comentarios:
La fiesta brava es divina, es un arte, me encanta, pase por mi copa de vino,recuerde que tomaremos una juntos.
un beso
Dª Géminis, nunca olvido que lo prometido es deuda y, si además le gustan los toros, iremos a ver una buena corrida en una barrera de Las Ventas.
Con un abrazo, Doñita.
Ayer estuve cenando con Dª Cristina, esa amiga nuestra tan buena aficionada como usted, sepa que la recordamos mucho, Dª Gloria.
Y, cómo no, lamentamos no haber ido esa tarde a los toros.
Con enorme admiración siempre, amiga mía.
Si los toros supiesen leer embestirían a los que los defienden. Leyendo a Ud. se le caerían las lágrimas.
Un placer leerla.
Reciba un fraternal abrazo.
Cuando vea de nuevo a Dª Cristina, dele un abrazo muy grande de mi parte. Fue todo un descubrimiento: torera revelación de esta temporada.
Si Juan Mora torea en Las Ventas el próximo año (algo que espero), nos vamos los tres -con nuestro puro y clavel en la solapa- a la plaza.
Otro abrazo para usted, don Alfredo.
Creo que sabes que no me gustan los toros, ni tampoco la frase de "no me gustan los toros", se presta a la confusión; pero eso no quiere decir que no admire el valor y todos los atributos que tus ha nombrado en cualquier ser humano, incluidos los toreros, como este Juan Mora.
Saludos, Don.
No lo dude Dª Gloria, se lo daré y, si se da el caso, allí estaremos, será un honor acompañarla y aprender de usted, niña sabia.
Un abrazo, amiga mía.
Dª Mercedes, aunque no vaya usted a las plazas, ¿no me diga que como escritora no disfruta de las exquisitas entradas de Dª Gloria?
Un abrazo, amiga mía.
De cuando en cuando, la fiesta nos da alegrias, en los ultimos tiempos está en horas bajas, creo que necesitamos con urgencia que el proximo año sea un año puntero y remontar las adversidades de este, que como digo a pesar de las ultimas actuaciones puntuales como la de Juan Mora o las ultimas en Cataluña, no ha sido un año glorioso.
Seguiremos insistiendo en la defensa de lo nuestro.
Defendiendo lo nuestro, D. Helio, sean toros, fotografía o el derecho a opinar de lo que nos plazca.
Un abrazo, amigo.
Espléndida crónica, Dña Gloria. Me ha recordado que por fuerza hemos tenido que vernos el torero y yo; hice la mili en Plasencia alla por los..uff...cuando él tendría ocho años..
D. José Alfonso, si los toros supieran leer, pondrían publicidad en las muletas. Perdóneme, no quería trivializar su poesía.
SOBRE LA ESQUINADA SONRISA DE JUAN MORA
–Hace algunas temporadas pasó de estar en casi todas las ferias a dejar de sonar. ¿Fue como consecuencia de la gravísima cornada que sufrió en Jaén?
–Es posible. En ese sentido, algunas empresas dejaron de llamar, o llamaban pero yo estaba comunicando... no sé.
…El viernes 18 de Octubre (2001) un toro de Joaquín Barral le seccionó la femoral del muslo derecho en la plaza de Jaén. El cinco, número taurino con tintes trágicos, se asomó a la ciénaga que era el ruedo jiennense y marcó cinco horas angustiosas en dos intervenciones quirúrgicas en las que se precisaron cinco unidades de sangre en transfusiones. “Fue un toro falso”, añade el diestro con resignación y sin rencor.
-Juan, ¿y qué sintió en ese instante en que penetraba el pitón en su muslo derecho?
-Fue todo muy rápido. Una cornada certera y caí boca abajo. Al levantarme ví que aquello era como un grifo de sangre. Quise taparme la herida. Salía sangre por el boquete como si fuera un caño. No perdí el conocimiento y mis compañeros me cogieron. Cuando me llevaban camino de la enfermería sentí que se me iba la vida por el agujero. Le dije al doctor: “Doctor, dése prisa, me voy. Métame mano lo antes posible y échele casta”.
(Uno que avisó que Juan Mora era un torero)
D. César, también usted está en torero,amigo mío.
Le felicito y le envío abrazos.
Anónimo, me hubiera gustado ponerle a usted el D. antes de su nombre como hago con el resto de los amigos de esta Revista.
Le agradezco que se haya molestado en traernos esa entrevista que, tras la vibrante crónica de Dª Gloria, enmarca la épica de Mora en la tarde de la Puerta Grande de Las Ventas.
Me encantará verle a usted de nuevo por aquí y sería un gran placer ponerle nombre, amigo.
D. Alfredo puede usted bautizar a este humilde anónimo bajo el nombre de EL PAPA NEGRO.
Ya sabrá usted que el revistero taurino "Don Modesto" era un ferviente católico. Cuando en 1910 vio torear a Manuel Mejías (fundador de la dinastía de los Bienvenida), eufórico, lo ungió Papa Negro del toreo por la gracia de Dios.
Será un placer torear más veces en esta plaza, D. Alfredo. Un abrazo.
D. Papa Negro, por su evidentes enciclopédicos conocimientos y su dominio para parar, templar y mandar, avanzo a los REVISTEROS que, si usted se aficiona a este ruedo, nos va a dar tardes de gloria. De gloria bendita, ¡como las de la Doñita Gloria!
Se lo agradeceré infinito, porque aquí tiene usted parroquia para aficionar, gentes, como yo, ayunas de conocimientos pero ávidas de aprender para mejor disfrutar y defender la fiesta de los toros.
Haga usted su paseíllo cuando guste, amigo mío.
Un placer tenerle aquí, Su Santidad. Como dice D. Alfredo, llega usted parando, templando y mandando. Abrazos para todos.
Bienvenida at home, Doñita.
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