...Los hubo valientes, honrados, leales y dignos. También rufianes, aventureros, asesinos y locos...

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lunes, 2 de marzo de 2009

Internet y Salud

Hace tiempo un cíclope de la vanidad inundó mi blog con sus escritos egocentristas. No duró mucho su presencia, primero retadora y camorrista y, más tarde, suplicante y conciliadora.

Este Polifemo se fue como apareció pero, molestó mientras estuvo. Escribí una entrada sobre el suceso. Hoy lo hago sobre otro tipo de personajes frecuentes en la Red.

Vanitas,vanitatis

Estas situaciones son el impuesto revolucionario que paga quien se expone al juicio y la opinión pública en la blogosfera. En ella se recibe mucha indiferencia, algunos halagos y críticas, bastantes juicios y opiniones mesuradas y, siempre, como no, aparecen personajes insólitos.

Sorprendentes por su talento y empatía unos y asombrosos por sus deméritos otros. En general, unos y otros, son la excepción de la regla. Ángeles y demonios.
Dejo aparte a los ángeles por razones obvias. Entre los diablos, quizás los más molestos son aquellos que sufren delirios querulantes, a menudo, personalidades esporádicamente descompensadas. Estos entretienen su falta de socialización creando conflictos basados en agravios nimios que sufren o creen haber sufrido.

Querulantes, pleiteantes, litigantes

Los querulantes inmersos en reivindicar su verdad y llevados por su obsesión quejosa, desatienden sus ocupaciones personales mientras amenazan a los que creen sus agresores con procesos, pleitos y denuncias ante la Justicia o la Autoridad.

Al final su obsesión se traduce en interminables cascadas de plomizos mensajes reivindicativos, en los que llegan a la amenaza, el desprecio y el insulto, exponiendo compulsivamente sus razones ante quienes obvian sus obsesiones.

Son broncos y aburridores en su dialéctica pero, como todo en Internet, tienen fecha de caducidad.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

¿Ruido de sables?

El presidente Zapatero, con la carita compungida, ha subido al escenario del parlamento para anunciar solemnemente que no tiene nada que decir.
Asombrado por tamaña interpretación, que no la supera ni Javier Bardem, el jefe de la oposición Sr. Rajoy le espeta asombrado: Entonces, Sr. Presidente, ¿a qué ha venido usted aquí?

A echar la mañana y a contar a las señoras diputadas de su grupo la dura ascensión de excursionista dominguero. Vanitas, vanitatis.



Todos sabemos que a veces hay que hacer cosas que no nos apetecen. Por ejemplo, a nuestros lideres sindicales de UGT y CCOO, no les apetece nada enfrentarse con la inexistente política económica del Gobierno porque se juegan mucha pasta para sus sindicatos paniaguados. Pero, cuando los despidos de los compañeros del metal alcanzen cifras escandalosas, tendrán que mojarse el culo. Ya no se trata del despido de cuatro empleadas de tienda de barrio, ¡son los obreros del sector del automóvil! Cesados masivamente, ayer y sin previo aviso. ¿Para cuándo los siguientes? ¿Podrán seguir callando los aguerridos sindicalistas? ¿Intervendrán los intelectuales de sus piquetes informativos?





Y, lo que nos faltaba. Trescientos oficiales del Ejército cabreados con el Gobierno lo denuncian en el juzgado como si de un carterista se tratara. Nunca supe si los ascensos en el Ejército deben ser por antigüedad o por méritos o por ambas cosas a la vez. Lo ignoro. Pero, desde el 23 F y el fallido golpe de Estado, a los militares se les ha mantenido tranquilos a base de pasta, de coba y de entretenerlos en la OTAN y con misiones en el extranjero. Salvo a un par de generales que han pagado caras sus declaraciones extemporáneas.



¿Volvemos a la época del ruido de sables? ¿Qué está pasando en los cuartos de banderas?

sábado, 19 de marzo de 2016

Omnia vanitas

Sí. Los facebukeros somos vanidosos. O exhibicionistas, ¿y qué? Todo es vanidad y pintureo. Además soy gamberro, sonriente y coqueteo con la mar. En mi vida he perdido demasiados buenos años trabajando en distintos burdeles… periódicos, revistas y publicidad. Ahora, ya viejuno, vivo rapidito y les sugiero que aprieten el acelerador. Supongan un breve mañana y vivan fuerte hoy. Gestión del tiempo.

miércoles, 3 de febrero de 2010

¿Soy otro hijoputa? Cierto que lo soy, siempre seré vuestro hijoputa

Doce del Patíbulo

Últimamente mi blog chorrea más almíbar que el Día de los Enamorados y, cierto espiritu buenista, parecido al de Gran Hermano al principio de temporada, se adueña de mis entradas. Un amigo dice que los autores escribimos para que nos quieran. Y eso me jode. Hay que volver a la cruda realidad.

Me asombra que los blogueros nos queramos tanto, que alabemos incesantemente nuestros escritos y que, cualquier insignificante acción de solidaridad, despierte oleadas de entusiasmo y de lisonja. De verdad, ¿somos tan buenas personas? ¿Escribimos con esa genialidad que nos adjudican? Lo dudo porque pese a tanto afecto los resultados mensurables son satisfactorios pero incompletos. Como el sexo telefónico.

Mi opinión es que los blogs son nidos de vanidad y soberbia. Sinceramente, en general, creo que quienes nos lanzamos a escribir en un blog escondemos siempre un punto de suficiencia. No es malo, salvo en personajes tan desmesuradamente engreídos que apetecerían obligar al resto del mundo a suplicarles clemencia. Por estar ahí. Por coincidir.

Vanitas, Vanitatis...

Internet y Salud

Es el impuesto revolucionario que debe pagar quien se expone a la opinión pública en la blogosfera. En ella se recibe mucha indiferencia, infinidad de halagos y críticas, bastantes juicios y opiniones mesuradas y, siempre, como no, aparecen personajes insólitos. Sorprendentes por su talento y empatía unos y asombrosos por su gilipollez otros. En general, unos y otros, son la excepción de la medianía. Ángeles y demonios.

Por supuesto, moderar los comentarios permite evitar pelmazos y babosos. Lo malo es que, al cerrarles la posibilidad de vomitarnos encima, quedamos entre partidarios. Hoy, porque también hay placer en confesar, quiero sacarles de dudas. Se lo debo a quienes me dicen que escribo bien, que soy solidario y buena gente. Error.


Hitler y Stalin también amaron y fueron queridos. Eran humanos. Monstruos humanos. D. José adoró a Svetlana y D. Adolfo deseó a su sobrina Geli. El bien no existe sin mal y debe al mal su condición de bien. Pero, cuidado, conmigo están creando ustedes otro monstruo.

Confunden mi sonrisa con bondad, mi silencio con beneplácito, mi sobriedad con virtud y, así, tantas y tantas otras cosas. Es cierto, soy cortés, prudente a veces, austero casi siempre y no demasiado bebedor. Pero no se confíen. No soy un simpático bohemio algo canalla. También odio. Y, en casos límite, me deleito en la ofensa.

Soy tan rencoroso como para cortarle a un tipo los tendones con una cuchilla de afeitar. Tan malo como la abogada PATTY HEWES, interpretada por Glenn Close en la serie "Daños y Perjuicios". Pero más peligroso porque soy menos inteligente.

Es decir, soy un hijoputa más. Espero ser SU hijoputa.

sábado, 30 de octubre de 2010

Vanidad y soberbia, los pecados más blogueros

MEMENTO MORI susurraba el esclavo al oído del César que desfilaba triunfante por las calles de Roma. Recuerda que eres mortal. Baja el ego, tío.

En general, quién se lanza a escribir en un blog siempre esconde un punto de soberbia. Vanitas, vanitatis. No es malo, salvo en el caso de personajes tan desmesuradamente vanidosos que apetecerían obligar al resto del mundo a suplicarles clemencia. Por estar ahí. Por coincidir. Petulancia bloguera, somos tan pendejos como escribimos.

En los pueblos mineros del Oeste americano se mascaba la codicia por las calles. Nuestros pecados blogueros son la soberbia y la vanidad. Y lo son porque, en los blogs, el ego se dispara como un misil tierra-aire. Por eso, las bitácoras, resultan tan entretenidas como un duelo entre pistoleros.

De pronto alguien pretende hacerse el listo, demostrar que es el más ocurrente del blog y que tiene huevos para divertirse vapuleando al “forastero”. A veces, es el propio "forastero" el que entra coceando como una mula loca en el saloon. Pero, esa estrategia es mala. Tan mala como insultar a un portero de discoteca. Activa las alarmas y sube la adrenalina del que no pensaba reñir sino entretenerse.

Ante la burla, y la amenaza implícita, al agredido se le despierta el instinto ancestral de degollar para defenderse. Inopinadamente, amparada en el anonimato, estalla la atávica “joie du combat” y siempre hay un vaquero alocado que desenfunda y dispara primero.

Por eso, en caso de ser tan necio como para buscar pelea con desconocidos, hay que elegir bien al adversario, porque, algunos habituales de la red son peores que el demente Aguirre, la cólera de Dios disparada a un millón de amperios. Hay mucho sicótico peligroso suelto con carné oficial de loco. Con impunidad total. Y, una vez provocados, son difíciles de calmar. Hace tiempo que no busco pelea con imbéciles. He visto demasiado. O estoy aprendiendo humildad.

martes, 25 de noviembre de 2008

Vanitas, vanitatis...

MEMENTO MORI eran las palabra que un esclavo susurraba al oído del César mientras desfilaba triunfador por las calles de Roma. Recuerda que eres mortal. Baja el ego.





En general, quién se lanza a escribir en un blog, sobre todo si es propio, esconde siempre un punto de vanidad. No es malo, salvo en algunos personajes tan desmesuradamente engreídos que apetecerían obligar al resto del mundo a suplicarles clemencia. Por estar ahí. Por coincidir.





En los pueblos mineros del Oeste americano la codicia, uno de los siete pecados capitales, se mascaba por las calles. Nuestro pecado bloguero es la soberbia. Y lo es porque, en los blogs, el ego se dispara como un misil tierra-aire. Por eso, las bitácoras, resultan tan entretenidas como un duelo entre pistoleros.



Inopinadamente, amparada en el anonimato, estalla la “joie du combat” y siempre hay un vaquero alocado que desenfunda y dispara primero. Pretende hacerse el machito, demostrar que es gracioso y que tiene huevos para vapulear al “granjero” advenedizo. Pero, esa estrategia es mala. Tan mala como insultar a un portero de discoteca. Activa las alarmas y sube la adrenalina del quizás no pensaba en combatir sino en curiosear.



Ante la burla, y la amenaza implícita, al recién llegado se le despierta el instinto ancestral de degollar para defenderse.



Por eso, en caso de ser tan necio como para buscar pelea con desconocidos, hay que elegir bien al adversario, porque, algunos habituales de la red son peores que el demente Aguirre, la cólera de Dios disparada a un millón de amperios. Hay mucho sicótico peligroso suelto con carné de loco. Con impunidad total. Y, una vez provocados, luego, son difíciles de calmar.

Yo hace tiempo que no busco pelea. He visto demasiado.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

¿Se puede ser estilosa sin ser cani? Evita los choni consejos

ESTILOSA por Dª Beatriz Aguilar Caruncho

Que sí, ¡que totalmente de acuerdo en que Facebook es una herramienta de comunicación rápida y eficaz al 100%! Muchas de las presuntamente estilosas lo aprovechan para dar marcha a sus blogs de tendencias y choni-consejos. Pero no se dan cuenta, que es un arma de doble filo. Y muestran sus estilismos más “fachion” sin ver las piedras que llueven sobre sus tejados.

Piedras tipo: Excesivo complemento, excesivo brili-brilli y excesivamente peliteñidas, ¡coño, si eres morena no pasa nada! ¡POTÉNCIALO! Como ya he dicho, sólo vale casi todo si eres un pibón de 1,75 y con una cara impresionante pero esto, por desgracia, no es lo normal. Tampoco es fenomenal que te detenga la policía con un POCOTÓN de cocaína en el bolso. Sobre todo si eres millonaria, como la Hilton, y te trincan más veces que a una poligonera.

En mi sección ESTILOSA, en este Blog REVISTA, intento explicar cómo ir a la moda y ser trendy pero con mesura. No hace falta ponérselo todo a la vez, el bolso de pitón, el tacón de cuña, el buggie jean, 50 collares y media tonelada de maquillaje. Se trata de matices y no de brochazos a lo bestia. Desenfadada, clásica, atrevida o juvenil, lo importante es NO ser cani.

Para evitarlo jamás hagas como Demi Moore. Evita fotografiarte en el baño marcando tipín bikinero como cualquier niñata raquera. Vanitas vanitatis.
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